Capítulo 31

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Kiara llevó su juguete favorito hacia Shoto, con un pequeño puchero preocupado. Su tío desvió la mirada de la puerta, que llevaba mirando más de media hora, para aceptar el conejo colorido que su sobrina le extendía.

Sus ojos fueron a Keigo, que se reía con suavidad, junto a Himiko, apremiándolo a tomar el dichoso animal de felpa. 

— Zio Shoto — susurró Kiara, con una sonrisa, usando la palabra en italiano — Sostén a Butters, es bueno consolando a la gente —. 

Himiko rió suavemente. 

— Kiki, tío Shoto no está triste, está nervioso —. 

Kiara frunció el ceño. Miró a su tío y luego de dejar el conejo en sus manos fue corriendo a los brazos de Ochako, preguntando si algo malo pasaba con _______, y si era por eso que Shoto estaba nervioso. La castaña reía suavemente y le explicaba que su primita estaba por llegar al mundo, así que cuando todo terminara ella podría conocerla y tendría una compañerita para jugar. La pequeña pelirroja puso un gesto reflexivo, y luego miró a Izuku, preguntando un par de cosas, que hicieron al bicolor reír.

— No creo que tu prima se sienta celosa si sigues durmiendo sobre tu tío, es muy pequeñita por ahora — mencionó — Pero si quieres puedes quedarte con nosotros y dormir conmigo —. 

Después de la crisis de Kiara habían encontrado un donante para ella, que resultó ser Izuku. Resultaba que su primo, cuya genética siempre fue rara, compartía con la niña muchas cosas, y era completamente compatible con ella, de modo que el trasplante había sido un éxito, y ahora la pequeña pelirroja se recuperaba satisfactoriamente, demostrando cada día que se parecía mucho a su padre, con su aire vivaz, su aura cálida, pero con su propia personalidad, porque lejos de la tranquilidad de Touya, la chiquilla era un demonio hiperactivo, y en ocho meses había transformado la mansión Todoroki en su propio palacio, lleno de juguetes e historias nuevas cada día.

Solía acabar con la energía de todo el mundo, jugando, saltando, cantando, siendo Keigo, inesperadamente, el que más tiempo persistía como secuaz de sus juegos. 

El mayor de los Shimizu había acudido a conocerla en cuanto supo que era hija de su gran primer amor, y había llorado como dos horas, viendo reflejado a Touya en la niña, causando que Kiara creara con él una conexión inseparable.

Lo mismo que parecía suceder con su propia hija, pensó Shoto, aún en el vientre materno Akiko se movía desesperada cada que escuchaba la voz de su tío. El rubio tenía una especie de don con los niños, concluyó, observando de nuevo la puerta de acceso a la zona de maternidad, dándole una sonrisa temblorosa a su madre, cuando ella le acarició la mano, en gesto consolador. Agradeció su presencia, incluso a la hora inmisericorde que su hija había escogido para nacer: las tres de la mañana. 

Durante los pasados ocho meses habían sucedido muchas cosas. A medida que el vientre de _______ creció, y con ella Akiko, que era el nombre que habían escogido, cuyo significado es luz brillante, muchas cosas se ajustaron en sus mundos.

Primero, Kiara se había recuperado de su terrible destino, y ahora iluminaba sus vidas casi de la misma forma que lo había hecho su padre, solo que con su propio toque. Rei había regresado a ser la resplandeciente mujer de antaño, con el propósito de malcriar a su nieta, bajo el permiso de Himiko, que vivía con ella y había vuelto a ejercer su profesión, comenzando una coqueta veterinaria y hogar para animales abandonados; consecuencia de eso, ahora en casa existían los tres hermanos Haimaru, tres lobos siberianos que pululaban por la casa y eran los compañeros de juegos de Kiara cuando todo el mundo estaba agotado. 

Tomura tampoco había sido ajeno a la tendencia de la adopción, y tenía consigo a Chibi, un Doberman negro de unos tres años de edad, que había prestado servicio a las fuerzas militares pero ahora era retirado. El perro estaba en este momento acostado a los pies de su amo, soportando impasible el hecho de que Kiara estaba sentada sobre él, jalando sus orejas. Su tío llevaba consigo a su mascota a todos lados, como un perro acompañante, por lo cual se le permitía estar en el hospital.

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