capitulo 6 | Cosas en mi mente

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Me daba tristeza pensar en la soledad de su madre, ella estaba tan enamorada, los tres hacían un grandioso equipo juntos. La idea de que ahora no tendrán a esa tercer persona en casa, debía ser duro a pesar de que Michael como hombre no iba a demostrarlo.

-pero bien... por el momento no quiero hablar de eso- habla en voz alta mientras ambas de sus manos posan en mis brazos alejandome para mirarme, me sorprendió verlo con el semblante serio. -Más bien dime ¿a que se debe la pregunta?-

De pronto sentí como mi corazón dio un vuelco contra mi pecho y se acelera al instante, la idea de que Michael se entere de en que me estoy metiendo, me asustó, por que no sé como se lo tomará, si va a apoyarme o de paso va a regañarme y juzgarme.

-curiosidad- Respondí tratando de que no se note mi nerviosismo.

-No me digas que tiene que ver con el trabajo que te ofreció el tipejo ese- su cabeza se agacha pronunciando las cejas y esa mirada acusatoria sobre mi enrojecido rostro. Sin embargo le miro fulminante por lo de "tipejo". -No me me mires así, dime que te ofreció- Entonces me suelta y se cruza de brazos girando levemente para quedar dándome el frente.

-no tiene que ver con eso Michael- Mentí.

-pero me dirás que te ofreció Maia...-

Justo en ese instante la campana que avisa el fin del receso suena, literalmente salvándome de delatarme de la manera más ridícula y vergonzosa frente mi amigo por que excusas no tenía listas aún. Me levanté tan rápido que me sorprendió, casi que grito "gracias Dios por no olvidarte de tu hija"

-no vemos más tarde Michael-

Y salí corriendo en dirección a mi aula de clases, si bien íbamos en último año juntos, no en todas las clases coincidimos. Y eso me alegró bastante.

Por que no tenía ánimos ni fuerzas para inventarme una excusa, una que tarde o temprano debía darle si quería sacarle de la cabeza que algo estaba pasando, esto me iba a volver loca. Me detuve frente a mí casillero soltando un suspiro desganado antes de colocar la clave en la cerradura y abrirla, se podía ver al interior mi esfuerzo por hacerlo lucir bonito y colorido con lagunas pegatinas y fotografías recortadas de Michael y yo, al fondo estaban mis libros y mi cuaderno de apuntes el cual tomé en manos. Al cerrar el casillero justo detrás de la puerta metálica estaba Michael mirándome con el entrecejo hundido, tal parece que mi intento de escape no funcionó.

Mi cuerpo dio un ligero salto del susto.

-Mierda Michael- gruño llevando la mano a mi pecho.

-¿que ocultas?- espeta recibiendo por mi parte una mueca seguido de girar sobre mis pies y empezar a caminar en dirección a mi aula de clases siendo perseguida por él. -Maia...- al no recibir respuesta me agarra del brazo apretando el mismo con algo de brusquedad, lo que provoca que le miré sintiendome un poco molesta de que no respete mi espacio.

Y no, no me molestaba el hecho de que hiciera aquello, por que ni siquiera me lastimaba, me molestaba el hecho de que no sabia si debía decirle, no sabía cual sería su reacción, no sabía que pasaría. Y no quería pasar horas escuchando un sermón. Sin embargo le acerqué mi rostro evitando gritarle.

-¿Que es lo que pasa contigo? Sueltame- Hablé bajo pero se notaba el tono irritado de mi voz, sin embargo, en lugar de soltarme me acercó más encarandome como si fieramos enemigos a punto de atacarnos mutuamente.

Me sorprendía el hecho de que todos pasaban a nuestro lado pero nadie se alarmaba por la forma en la que Michael ejercia su fuerza sobre mi.

-¿que me pasa a mi? ¿Que te pasa a ti?-

-no me pasa nada, sueltame- forcejeo moviendo mi brazo para intentar soltarme, pero él se empeñaba en NO hacerlo, estaba empezando a desesperarme. No quería gritarle ni pelear, pero me lo estaba haciendo difícil. Era inútil, realmente lo era, Michael me agarraba un solo brazo y yo no podía zafarme, si Kenny estuviera viéndonos seguramente estaría burlándose de mí, por ser tan debil, por no poder zafarme tan siquiera de un agarre.-¡que me sueltes!- Finalmente empujo su cuerpo levantando los brazos y golpeando su pecho, Michael cede soltando mi brazo finalmente provocando que la inercia y la fuerza de gravedad por la presión que ejercía me haga ir hacia atrás y estrelle mi cuerpo contra otro.

Michael había reaccionado abriendo los ojos mientras llevaba sus manos contra mi cuerpo intentando evitar el impacto, pero no lo consiguió, choqué contra alguien y sentí como una bebida que fue aplastada por mi espalda y su pecho se desparramo por todo el suelo mojando tanto mi ropa como la suya mientras mis libros se estampaban en el suelo, y entonces escuché el alarido de murmullos de las personas viendo la escena.

Giro para encontrarme con nada más que Jhon, el perfecto, hermoso y popular Jonathan que miraba con asombro su cuerpo mientras se sacudía es exceso de la bebida de su camiseta, ya que traía la chaqueta en una mano. La bebida cayó al suelo y vi la enorme mancha naranja húmeda esparcida por toda la blancura de su camisa. Abrí la boca mientras me la cubria con ambas manos sintiéndome la persona más torpe de todas, tenía tantas miradas sobre mi que fue humillante.

Nadie se había detenido a ver cómo un chico me agarraba en contra de mí voluntad, ah pero tropiezo con el guapo de la escuela y todos se detienen a ver.

-Oh Por Dios, ¡lo siento mucho!- movi la cabeza de un lado a otro con rapidez mientras seguía mirándolo con las manos sobre mi boca, estaba tan avergonzada. Quiero que la tierra me trague justo ahora.

-Está bien, no fue tu culpa- Dice él sin embargo, así sin más, tan sutil, tan generoso... levantó sus ojos marrones sobre los míos y sonrió.

Era la primera vez en mi vida que ese chico me dedicada una sonrisa a tan pocos metros de distancia, era tan hermoso joder, pensé que había visto al hombre más guapo de la ciudad al conocer a Kenny pero sin dudas, Jhon le ganaba. Y no solo por lo físico, por su actitud tan comprensiva y sutil. Sin embargo, no pude evitar sentirme estúpida por chocar contra él.

Lo veo bajar hasta quedar de cuclillas extendiendo las manos, me costó unos segundos asimilar que estaba recogiendo mis libros que al caer se habían embarrado con la bebida.

-ah, no tienes que hacer eso - me incline con algo de rapidez para tomar el libro restante justo cuando él lo intentó tomar, lo miré, me miró.

-¿siempre eres tan obstinada?- Sonrió. Oh Dios. Tomé mis libros sacándolos de sus manos sin ser brusca, solo por que al final tuvo que darmelos.

-lo siento... por tu ropa- señalo a la enorme mancha naranja en su ropa haciendo que el mismo miré a su ropa y sonría dedicandome una mirada mientras sus cejas se levantan demostrando que ésto no le había molestado.

-No fue tu culpa, y ya ve a tu clase- entonces alza la mirada a mi espalda y con esa sonrisa de los mil dioses saluda a Michael con un guiño que pareció más una táctica de coqueteo que otra cosa.

Michael quién se había quedado como idiota viendo la escena me pone las manos en los hombros y empuja para sacarme de mis pensamientos.

-Te bautizo como la pendeja más grande de todas- Ríe y le pego con los libros en la cabeza, ya que eso fue culpa suya.

Another perspectiveWhere stories live. Discover now