5. Géminis

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Para cualquier otra persona en el mundo, podría parecer una broma lo que estoy pidiendo, lo sé. Pero la señorita Ryder no ríe.

―Por supuesto que mañana puedes faltar Geminis. Es un gran día para ti. Solo, busca con alguien las actividades que realizaremos y las tareas y tráelas la siguiente semana ¿sí?

<<Eres Géminis Christensen, no eres igual al resto de personas en el mundo>>

Asiento antes de despedirme y salir al pasillo.

En el corredor hay decenas de rostros que se detiene hacia mí, sonríen y saludan. Apenas y puedo responder a todos. Pero cuando llegar uno de esos rostros, que me mira, pero no sonríe o saludan, titubeo un poco. Pero apenas una fracción de segundo.

<<Eres Géminis Christensen, la futura reina de Íllea>> me recuerdo antes de sonreír y saludar.

―Ten un buen día, Eva ―le digo a aquella joven que no me ha saludado, pero de inmediato su rostro cambia y me devuelve la sonrisa.

<<Eres Géminis Christensen, todo el mundo quiere ser tu amiga>>

Al llegar del colegio comienzo con los deberes, pero en mi mente hay tanto ruido por el día de mañana que apenas y logro concentrarme. Así que me levanto y voy a la sala, practico un poco de baile, un poco de arpa y después regreso a la cocina para comer una manzana, pues no creo aguantar hasta la cena.

No había tantos niños en el vecindario cuando yo era joven. Pero si algunos. Siempre hacía los deberes cerca de la ventana de la cocina para escucharlos jugar.

La única vez que le pedí a mi madre que me dejase salir con ellos, se rio de mi y me dijo que las futuras reinas no salían a jugar y rasparse las rodillas en la acera, ellas estudiaban, se volvían más cultas y bonitas para poder gobernar.

Yo sería la futura reina de Íllea, no podía salir a jugar.

Subo a mi habitación, lavo mi rostro y aplico una mascarilla. Él día de mañana habrá muchas fotografías, debo estar perfecta.

Al siguiente día, cuando el timbre suena y son las 8:48, los ojos de mamá se cristalizan.

―Ya voy ―grita, su voz se quiebra un poco.

Salimos juntas, pero no es el mensajero real, es mi abuela quien se encuentra en la entrada.

―¡Mamá! ―formula mi madre con rabia.

―Lo siento, creí que sería bienvenida ―replica mi abuela ofendida.

―Lo eres, abuelita ―digo invitándola a pasar.

―Gracias, nena ―me sonríe―. ¿Lo vez Ruby? Es por eso por lo que Géminis si logrará ser reina. Porqué es gentil. Algo que tu nunca fuiste y mira en donde estás ahora.

Mi madre tiene que morder su lengua para no dejar salir la frustración y bilis que seguramente se almacenan en su boca.

―Ya que estas aquí. Tu tomarás la foto en cuanto venga el mensajero real. Así yo podré salir al lado de Géminis ―decide mamá.

Mi abuela acepta gustosa mientras yo voy a la cocina por algo para ofrecerle.

―¿Un durazno está bien, abuela? ―pregunto ofreciéndole la fruta.

Ella asiente y las tres nos sentamos a esperar la llegada del cartero, pero mamá está demasiado nerviosa que se disculpa para ir al baño.

―Irá a fumar ―comenta mi abuela. Ni si quiera tiene que hacerlo, es algo que ya me suponía―. Ella cree que es lista y puede engañarme. Cree que no conozco que hace esa cosa horrible. Pero soy vieja y con la vejez viene la sabiduría.

―Me gustaría llegar a ser tan sabía cómo tu ―declaro.

―No. Eres muy bonita para ser vieja. No quiero decir que sería mejor que murieses joven. No me mal entiendas.

Asiento pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja. Eso es algo que todo el mundo me dice. Soy muy bonita.

―Tal vez logras engañar a tu madre. Pero no a esta vieja. Muéstramelo.

Mis dedos tiemblan sin control ante sus palabras, pero los escondo debajo de la mesa.

―No entiendo, abuelita. ¿A qué te refieres?

―Yo críe a una Seleccionada. Yo le enseñe a tu madre todo lo que sabe. Pero no todo lo que yo sé. Yo se que esto de La Selección vuelve loco a cualquiera. ¿Cómo lo manejas? ¿Cómo llevas esa presión de qué todo el mundo te trate diferente? De qué hay chicas allá afuera, tus compañeras, que ni si quiera lo intentarán porque saben que Géminis Christensen será la seleccionada de Kent. ¿Qué se siente que los chicos se sienten tan intimidados hacia ti que ni si quiera se te acercan a hablarte? A tu madre le pasaba igual. Sentirse en la cima del mundo. Pero la cima es muy solitaria, muy brillante. ¿Qué haces cuando te quieres ocultar del reflector? Tu madre se mete eso en el cuerpo ―rueda los ojos haciendo un ademán como si fumase un cigarrillo―. Pero tu... te he observado, sé que tu...

Pero antes de que termine la oración el timbre suene.

Mi estomago está a punto de devolver la cena. La cabeza me da vueltas y solo reacciono cuando escucho los tacones de mamá bajar a toda velocidad del piso de arriba.

―¡Mamá la cámara! ―grita acomodándose la ropa.

Me toma del brazo y me arrastra con ella hacia la entrada. Pero los ojos de mi abuela no abandonan los míos hasta que mamá me obliga a voltear.

Al abrir la puerta me encuentro con un hombre de mediana edad y corta estatura. Tiene el uniforme de los mensajeros reales y me sonríe.

―¿Géminis Ruby Christensen? ―pregunta leyendo el sobre.

―Si. Soy yo ―respondo como lo he practicado por años.

―La familia real está encantada de invitarla a ser parte del proceso del sorteo para la selección. Mis mejores deseos ―pronuncia el hombre con solemnidad entregándome el sobre.

Detrás de él hay una docena de mis vecinos observándome.

Mis dedos se estiran. Estos tiemblan un poco, pero logro tomar el sobre.

Mamá llora en cuanto lo tengo en mis manos. Los vecinos aplauden y el mensajero me dedica otra sonrisa.

―¡La foto! ―grita mi madre.

Nos giramos para ver la casa de frente. Mis vecinos están en el fondo. Mamá me toma de los hombros y sonríe alzando el pecho. El mensajero está a mi lado y también sonríe. Yo también trato de sonreír, pero en cuanto los ojos de mi abuela se posan en los míos, me pongo rígida. Lo sabe.

La Selección ||Zodiac Ver.||Where stories live. Discover now