028 l Playa

1.7K 145 28
                                    

Jueves, 12 de marzo

Ginger acarició el brazo de la deidad con delicadeza, observando la marca del café hirviendo que derramó el día anterior. Sin embargo, tenía una piel perfecta, sin rastros de ninguna herida.

Cuando ella se quemó las primeras veces fue complicado, porque le salieron unas ampollas con la piel un poco inflada que tardaban algunas semanas en desaparecer. Así que frunció el ceño con confusión.

—¿Por qué tienes esa carita? —inquirió Cupido, poniendo una de sus manos en el mentón para que ella alzara la vista.

—No tienes ninguna marca. —Acarició el antebrazo con la yema de los dedos.

—Es que soy un dios —murmuró, buscando que Sarah estuviera lejos.

Pero para su mala suerte, Sarah estaba detrás de ellos, escuchando a la perfección lo que él acababa de decir.

—¿Qué has dicho? —preguntó, confundida.

—Que dios me ha bendecido y no ha dejado marcas —intentó arreglar sus palabras, carraspeando su garganta.

—¿Marcas? ¿Por qué tendrías marcas? —interrogó Sarah con preocupación.

—Pues es que soy un poco torpe y toqué la cafetera hirviendo, pero no sucedió nada —explicó antes de sentir que jalaban de su brazo para examinarlo.

—Es cierto, no tienes ni una marca.

—Creo que Dios tiene a sus favoritos —replicó, encogiéndose de hombros.

Cupido iba a responder, pero atrajeron la atención cuando golpearon la puerta de cristal, Lianna había llegado. Sarah fue quien dio las zancadas, abriendo y dando acceso al resto de los primeros clientes del día.

—Buenos días, señora Sarah —saludó Lianna, sonriendo sin mostrar los dientes.

—Buenas, ahí los dejo que me voy a ir a descansar —informó Sarah, dirigiéndose a la salida.

Lianna rápido se puso el mandil, dejó sus cosas en una percha para atender a las personas. Ginger se paró detrás de la caja registradora, escuchando el primer pedido.

El trabajo en equipo no era tedioso, Cupido era grandioso al preparar los pedidos y Lianna hacía un buen labor al atender a los clientes. Además, el tiempo pasaba muy rápido, ya que siempre había cosas que se necesitaban hacer.

Al finalizar la jornada laboral, Lianna tronó los huesos de su cuello, quitándose el mantel. Lo colgó de donde lo tomó y fue a despedirse de su equipo.

—Gracias por todo, Ginger, Mish. —Los estudió a ambos con la mirada—. Nos vemos mañana.

—Buen viaje, Señora Lianna. —Se despidió con la mano.

Ginger terminó de atender a los últimos clientes antes de poner el pestillo en la puerta y girando el cartel de cerrado. Soltó el aire contenido en sus pulmones, encontrándose exhausta.

Cupido el trapeador en la cubeta llena de agua, terminando de limpiar la cocina.

—Todo en la cocina está terminado —informó, continuando por el piso de las mesas.

Ginger se movió para no pisar el piso mojado al otro extremo.

—Si quieres ve arriba mientras yo termino de limpiar acá.

—No, gracias. —Negó con la cabeza—. Voy a dar una vuelta a las calles, es lo que necesito para despejar la mente. —Movió las manos delante de su rostro.

—Entonces te acompaño, espérame —pidió el pelirrosa, esbozando una amplia sonrisa.

—Sí, pero me alcanzas. Está fresco.

El cupón de Cupido  [CD #1.5]Where stories live. Discover now