017 l Psique

2.4K 167 35
                                    

Domingo, 1ro de marzo

Ginger estaba anotando en su lista todos los insumos que había rellenado en el almacén. Los repartidores se encargaban de trasladar todo a la bodega en lo que ella terminaba de hacer la transferencia de su celular.

—¿Tendrás unos panes? —inquiere el hombre con curiosidad.

La última vez lo escuchó su abuela, por lo que había hecho algunos extra. Definitivamente no tendrán ese sabor recién horneado, pero era lo mejor que podía conseguir.

—Sí, de hecho, mi abuela me ha pedido que se los de. Se me había olvidado por completo, lo lamento —resopló ella, esbozando una sonrisa.

La humana guardó su celular en el bolsillo de su pantalón, ingresando a su cafetería, agarrando la bolsa de plástico que estaba sobre el horno. Sarah intentó mantenerlos lo más calientitos, pero no era posible. Regresó a la salida y se lo entregó al hombre.

—Es un obsequio de nuestra cafetería, que pase buena tarde.

Ingresó a su domicilio con una sonrisa, dejando caer todo su peso en el sillón, tronó los huesos de su cuello. Se sentía exhausta, de pronto recordó la noche anterior. Su abuela llegó un poco después de medianoche, la saludó, esperó a que ingresará a su habitación y se escabulló a la deidad.

El pelirrosa la despertó con besos húmedos por todo su rostro, diciendo que le encantaría pasar el resto de la mañana con ella entre sus brazos, ella debía de regresar a su cama hasta que decidiera cuándo iban a contarle a Sarah sobre su relación, que todavía no tiene un título.

Sarah se fue a dar unas vueltas, acompañada por el dios mientras ella recibía a sus proveedores.

Beny revoloteó sus alas hasta aterrizar sobre su cabeza, le canta con suavidad.

—¿Me estaré enamorando, Beny?

Como si el ave pudiera comprender sus palabras, pisa su cabeza, enredando unos mechones en su cabello.

—Ya sé que puede parecer obvio, pero estoy un poco confundida.

Beny estiraba un poco su cabello, como si estuviera respondiendo ante sus preguntas.

—Tengo que pensar las cosas, no puedo darlo todo sin tener la seguridad, ¿verdad? —Mordió su labio inferior con nerviosismo

Beny volvió a pisotear su cabeza una vez más.

—Mejor voltear al pasado y recordar a qué imaginar lo que pudo haber sido.

Entretanto, Cupido estaba empujando el carrito en el supermercado, seguía todas las instrucciones de la señora en ir hacia los pasillos, se puso un tanto nervioso cuando se revisó los tomates para agarrar un kilo. Sarah le explicó con tranquilidad cómo sabían que eran los correctos, aunque agregó algo que los dejó confundidos.

—Tu corazón te dice cuál es la correcta, solo debes de seguir tus instintos.

¿Seguían hablando de tomates?

Estaban dirigiéndose hacia al pasillo de sopas, Sarah lesolicitó que se agachaba por un en específico. Sin resoplar, dobló sus rodillas, señalando el que pidió para no equivocarse. De pronto, sintió que alguien se detuvo enseguida de él, pudo ver por la piel tersa de sus piernas que se encontraban expuestas, porque usaba una falda ceñida a la altura de los muslos.

Sintió algo extraño dentro de su pecho al reconocer una cicatriz que tenía en el tobillo izquierdo.

Era imposible.

No podía ser ella.

Ella estaba muerta.

Su respiración se congeló, detallando más aquella cicatriz en forma de ¨C¨. Las cicatrices eran como tatuajes, difícilmente se podría replicar, ¿verdad?

El cupón de Cupido  [CD #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora