014 l Venus

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Jueves, 26 de febrero

Una mujer más alta que el promedio con vestido entallado a sus curvas bien marcadas cruzó por la puerta de la cafetería. Poseía una presencia voraz, incluso todos los comensales giraron hacia ella, lo cual parecía satisfacerla por su amplia sonrisa.

Sin conocer realmente el motivo, ella se sintió cohibida, las palmas de sus manos empezaron a sudar y tuvo que pasar saliva para esclarecer su garganta cuando la mujer de pelinegra puso su bolsa de gama alta sobre la barra.

—Buen día, ¿en qué le puedo ayudar? —Ginger esbozó una sonrisa sin mostrar los labios, sosteniéndole la mirada.

Aunque parecía que a la mujer no le agradó tal acción, debido a que sus labios se curvaron hacia abajo.

—Sí, vengo a buscar a mi hijo. Tiene pelo rosa, y...

—¿Usted es la mamá de Mishka? —preguntó con asombro, no se parecían tanto, tal vez él se parecía más a su padre.

—¿Mishka? —Torció su boca en una mueca con evidente desagrado, ¿quién se atrevió a ponerle de esa manera?— Sí, sí, ¿me puedes decir dónde está?

—En estas tres horas va a estar dando clases en la facultad —respondió con seguridad ante la hostil mirada de la mujer.

Apostaba que el pelirrosa era igualito a su padre.

—Le puedo invitar un pan y algún café si gusta, en lo que lo espera.

—No, mejor me voy a buscarlo. —Barrió con la mirada a la chica que estaba detrás de la caja registradora antes de salir del local.

Venus cruzó los brazos sobre su pecho, enderezó su espalda para continuar su recorrido con porte a la ubicación de su desobediente hijo. Era inevitable no ver a aquella mujer que con los tacones que usaba hacían una melodía armoniosa.

Caminó unas calles para llegar al lugar de los apartamentos, él debía de estar ahí para continuar con la mentirilla que le dijo a la humana. Con un chasquido, asegurándose que nadie la veía, apareció un pañuelo blanco que utilizó sobre el barandal. Llegó hasta el piso del brujo y abrió la puerta.

Cupido se estremeció en el sofá, levantándose, un poco confundido al ver a su madre parada en la puerta.

—¿Qué haces aquí, mamá?

—Vengo por ti, ya limpiaste todo lo que arruinaste y puedes volver a casa. Por cierto, me repulsa tu alias en la tierra, me da ñañaras. —Se sacudió, tronó los huesos de su cuello—. No sé por qué dejaste que Keylin te lo diera.

—Es editora, seguro tiene buenas ideas para los nombres. De igual manera, a mi me gusta y eso es lo importante, ¿verdad? —Cupido se encogió de hombros—. Pero, no me puedo ir de aquí, todavía no he terminado de limpiar. No estoy listo.

No estaba preparado para dejar a Ginger, pero eso era algo que no confesaría en voz alta delante de su madre.

—Claro que todo está terminado, un descendiente del brujo que cambió tus flechas por los cupones lo ha resuelto muy bien, por lo que Noah está regresando a su normalidad.

—No —cortó Cupido en seco, cruzando sus brazos en el pecho con evidente molestia—. Todavía no está todo arreglado, mamá.

—No. Lo que tú no quieres es separarte de esa humana, es eso, ¿no?

—Se llama Virginia, pero le gusta que le digan Ginger refunfuñó él sin cambiar las expresiones de su rostro.

—No me hagas esa cara.

Cupido arqueó una de sus cejas con evidente confusión.

—Esta cara es peor que la última vez ¡No estás pensando claro!

El cupón de Cupido  [CD #1.5]Where stories live. Discover now