nineteen

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— Yo puedo, yo puedo — se susurró Jeongin para él mismo.

Con éxito había logrado acercarse al castillo, cuidando que nadie lo siguiera o viera. Ahora se había escondido en unos arbustos cerca de la entrada mientras apuntaba a los Deltas que cuidaban esta.

— Joder, deja de temblar — se regañó, respirando profundo para tratar de calmarse.

Suspiró bajito, no podía calmarse.

¿En serio Hyunjin pensaba que él podría matar a Chanyeol? ¿Solo?

Está bien, lo dejó ciego de un lado de una forma peculiar, pero aquello no significaba que tenía probabilidades de matar a Chanyeol.

Solo había tenido suerte .

El rubio miró hacia Yagakima y negó con su cabeza. Cerró sus ojos con fuerza y volvió a susurrar las mismas palabras de antes.

Era un Omega, pero corría y tenía la resistencia de un Alfa. Era bueno con el arco y la flecha, con ballestas e incluso combate a espadas. Derrotó a Alfas y llegó a matar algunos.

Y no necesitó a Hyunjin, no depende de un Alfa.

Soportó esos horribles dolores de parto y cargó con tres cachorros pesados en sus brazos. Empujó sus pesadas carriolas y se quedó con ellos hasta muy tarde por la noche.

Mató a un Delta, dejó casi ciego a uno.

Él podía.

— Yo puedo — volvió a susurrarse, volviendo a apuntar directamente a las cabezas de los Deltas para dispararles uno tras otro.

Soltó una gran bocanada de aire y se asomó a su alrededor en busca de más Deltas. Luego salió de su escondite y corrió hacia los Deltas caídos para robar sus flechas y conseguir más munición.

Se adentró más al castillo, apuntando en todas las direcciones para cubrirse.

Debía entrar, buscar a Chanyeol, encontrarlo y matarlo. Era todo, rápido y sencillo.

O eso quería creer Jeongin.

Su dulce aroma llamaba la atención para cualquiera que estuviese cerca de él, y aunque el Omega no lo percibiera del todo, los demás si podían notarlo y bastante.

El rubio se congeló con los ojos de par en par cuando miró al frente y se topó con un Delta luego de estar mirando a un punto en específico.

El Delta rápidamente sujetó su muñeca y tiró su ballesta lejos de él para luego levantarlo y llevarlo en su hombro.

Jeongin estuvo consciente de que llamaría demasiada atención si gritaba, así que solo empezó a gruñir y a patalear mientras golpeaba con sus puños la espalda del Delta.

— ¡No es justo! ¡Apenas entré! — se quejó el Omega con el ceño fruncido.

Paró de golpear al Delta por un momento y pensó en algo rápidamente, topándose con una de las armaduras de guerra que usaron sus ancestros que se encontraban en el pasillo.

— Perdón abuelo — susurró Jeongin cuando tomó su espada, la sujetó con fuerza con ambas manos y se la clavó al Delta, cayendo con él al suelo rápidamente mientras este chillaba de dolor.

Con la adrenalina en todo su cuerpo sin creerse lo que acababa de hacer, se levantó con sus piernas temblorosas y tomó la espada para sacarla del cuerpo del Delta y llevársela para defenderse aun cuando esta estaba cubierta con su sangre.

Tragó saliva y apuró su paso, caminando con velocidad sin ningún rumbo fijo.

Luego de un tiempo, en donde la ausencia de los Deltas se le hizo raro a Jeongin, éste caminó lentamente mientras miraba a todas partes para estar atento a su alrededor.

𝗠𝗬 𝗞𝗜𝗡𝗚 | h.hj + y.jgWo Geschichten leben. Entdecke jetzt