Interludio: Los juegos de Nygma parte 2

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Nota: Estos interludios tienen lugar aproximadamente cuatro años antes de los sucesos actuales de esta historia. Cabe señalar que para este punto, Bruce y Dick ya sabían que Selina era Catwoman, pero ella no sabía que ellos eran Batman y Robín.

Selina Kyle miró con cautela alrededor del Bar VIP del Iceberg Lounge. Era un lugar agradable, un lugar donde los hombres ricos venían a relajarse, fumar y a reafirmar su masculinidad. Justo al otro lado de la puerta principal del bar, había un cuadro de un oso Kodiak que se alzaba con un rugido silencioso justo sobre un gato montés jorobado. Eso fue asqueroso. Pero también era caro y exclusivo. Si fuera de noche (o incluso al final de la tarde) la mitad de la élite masculina de Gotham estaría clamando por la atractiva Selina Kyle.

En esta ocasión, Selina llevaba un vestido morado ceñido al cuerpo que le llegaba a los pies y tenía la entrepierna abierta. Llevaba botas negras hasta la rodilla y traía una capa verde sobre sus hombros. Y obviamente llevaba sus guantes negros con garras en los dedos y también traía un antifaz negro que le cubría la mitad del rostro, dejando sus ojos verdes visibles en una forma bastante sensual e intimidante a la vez. Para completar el conjunto se puso una diadema con orejas de gato, obviamente Selina trataba de que todos ahí se dieran cuenta de que era Catwoman y que no debían de molestarla.

De cualquier manera estaba funcionando, ya que todos los caballeros presentes se apartaron al verla ahí, a esa belleza tan sofisticada y elegante pero a la vez tan mortal.

-Pobres criaturas – susurró Selina, tirando de su capa de lana un cuando pasó junto al cuadro de una tigresa montada que junto a sus cachorros, habían sido asesinados por cazadores furtivos – Me gustaría poner mis manos sobre los hombres que te hicieron esto.

Justo delante, dos conjuntos de ​​pasos la alertaron de la presencia de... alguien. Selina paro la oreja y se deslizó junto a una mesa cercana mientras dos empleados vestidos de esmoquin pasaban el tiempo.

-Uno pensaría que él es el dueño del lugar, viene a todas horas – se quejó uno – ¡De hecho, tiene un arreglo especial con el señor Cobblepot! ¡Él tipo ni siquiera es de Gotham!

-Difícil – el otro estuvo de acuerdo – Pero tienes que aguantar cosas así. ¿Te enteraste de cuando Bruce Wayne pasó por aquí?

Selina esperó hasta que estuvieron a seis metros de distancia, así que ella avanzo sin hacer ruido. Entonces vio a su "cita".

-Gracias por reunirse conmigo en tan poco tiempo, señorita Kyle –Edward Nygma levantó la vista hacia la joven con deliberada indiferencia – Por favor, siéntate. Confío en que no hayas tenido problemas para evitar la ridículamente ineficaz seguridad del club.

-No hubo problema en absoluto – dijo Selina con amargura, dejándose caer en la silla frente a él. Noto que Nygma había estado leyendo el periódico en la mesa y había estado subrayando palabras y circulando títulos. Un crucigrama terminado colgaba sin fuerzas sobre su brazo – ¿Qué estás haciendo?

Rápidamente, el hombre recogió el papel en un paquete ordenado, lo dobló y colocó su copa de Brandy por encima.

-La curiosidad mató al gato – comentó Nygma – Ahora, señorita Selina Kyle, puedo felicitarla por el trabajo del Gotham Royal hace un mes; yo no podría haberlo hecho mejor. Mire que sacar el collar de Giza fue algo impresionante.

Selina puso los ojos en blanco.

-Por favor. Un novato podría haber hecho eso – dijo ella – Escucha Nygma, vayamos al grano. Sé que quieres algo, algo grande.

Nygma se movió un poco en su asiento y Selina se sintió secretamente complacida.

-¿Qué te hace decir eso? – él dijo –

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora