Capítulo 14: Noche de chicas en el Iceberg Lounge

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Wonder Woman contempló las vistas a su alrededor mientras Bruce permanecía en silencio fumándose un cigarrillo.

-¿Si sabes que el cigarro da cáncer, verdad? – dijo Wonder Woman, el tono de su voz era severo –

-¿Si sabes que el agua moja, verdad? – Bruce le respondió con sarcasmo – Confió en que estés bien, Diana.

-Bueno... – dijo Wonder Woman, dando un paso hacia él – Y muy intrigada. Me has evitado desde que dejaste de ser Batman.

-Yo tengo mis razones.

-Y creo que sé por qué.

-Quizás sí – dijo Bruce –

Wonder Woman sonrió.

-Y sin embargo... aquí estoy.

-Porque estoy pidiendo un favor – dijo Bruce – ¿Recuerdas a Io?

Io era una amazona. Había sido secuestrada por la hechicera inmortal Circe de la isla de Themiscyra (el hogar de las Amazonas) y llevada a lo que la Wonder Woman llamaba el "Mundo del Patriarca", que era básicamente cualquier parte de la Tierra donde habitaban los hombres.

Sin embargo, para desgracia de Circe, el lugar en el que fue a esconderse fue Gotham City. Otra desgracia de Circe fue que había llevado a Io a Gotham una noche en la que tanto Batman como Zatanna estaban en la ciudad. Zatanna manejó la magia. Batman manejó todo lo demás. Derrotaron a Circe y rescataron a Io antes de que Wonder Woman supiera que la había secuestrado.

La sonrisa de Wonder Woman se convirtió en un leve fruncimiento y dijo:

-Sí, me acuerdo de Io. ¿Qué quieres?

Bruce le contó todo. Sobre las armas de los villanos, las muertes, Deathstroke y el Designer.

-¿Y el hombre al que quieres que vea está en esta... en esa estructura interesante de allí? – preguntó Wonder Woman, mirando hacia el Iceberg Casino Hotel –

-Al menos espero que lo esté – dijo Bruce –

Wonder Woman se quitó el Lazo de Hestia de su cadera y lo sostuvo.

-¿Te das cuenta de que esto no es un juguete? ¿Y qué me niego a ponérselo a quien quieras para saciar tu curiosidad?

-El hombre con el que quiero que hables es Penguin – dijo Bruce –

La frente de Wonder Woman se arrugó.

-Bueno, está bien entonces.

En la parte del casino del Iceberg Casino Hotel, tanto los habitantes de Gotham como los vacacionistas que vivían fuera de la ciudad apostaban sus hipotecas y los fondos de la universidad de sus hijos para intentar obtener una riqueza incalculable de la que los juegos de azar de Oswald Cobblepot nunca les podrían brindar.

En la parte del hotel que ocupaba el tercio de la antigua petrolera reutilizada en el que estaba situado el Iceberg, los civiles intentaban descansar para las actividades de vacaciones de verano que estaban programadas para la mañana. No sabían que compartían los pasillos de ese llamativo hotel con proxenetas callejeros de alto nivel, o con extraños traficantes de personas que buscaban pasar gente desde México para que Black Mask los pusiera a traficar drogas. Gotham City seguía siendo Gotham City.

El salón principal era una cámara de dos pisos, con iluminación oscura, una pista de baile, un bar y un acuario de plexiglás gigante con un arco construido en el medio.

Pero la oficina más allá del salón principal era la que resulta más peculiar. Si bien la decoración del salón en sí no se podía diferenciar de cualquiera de los clubes nocturnos idénticos semi-exclusivos en todo el mundo desarrollado, la amplitud de esta oficina se diferenciaba con su relativo aspecto hogareño del viejo mundo. Pinturas al óleo de pájaros en la pared, lujosas sillas de cuero, una mesita a un lado que contenía copas de brandy, junto a un pequeño mueble que contenía el brandy y también el coñac, para quien quisiera mezclar las cosas.

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora