Tonterías de niños

capítulo 5

—Buenos días, chicos —saludó el profesor Pérez, a quien todos respondieron—, espero hayan tenido un buen fin de semana, y se hayan estado preparando para realizar el proyecto.

Nadie responde.

—Aunque también se que algunos tienen dudas, y en estas horas que tenemos voy a contestar a ellas, antes de empezar, déjenme avisarles que de ahora en adelante en todas mis clases se estarán sentando con su compañero de proyecto.

—Ugh, no lo puedo creer —digo en voz baja.

—Bueno, yo me voy —dice Emma—, espera a Dylan.

Y así es como de ahora en adelante, lunes, miércoles y viernes durante dos horas de clase estaré sentada al lado de Dylan.

El profesor nos explica lo que vamos a hacer en el proyecto, y como podemos hacerlo.

Escucho a la vez que estoy dibujando, Dylan también escucha pero está anotando algo en su cuaderno.

—Bueno espero que con esto ya se guíen — dice— ahora podemos empezar con la clase de hoy.

Cuando se acabó la clase, todos volvieron a sus puestos.

—¿Y? ¿qué tal? —pregunto Emma.

—Si te refieres a la clase, supongo bien, si es al proyecto, normal y si te refieres a Dylan, igual que siempre.

—¿Igual que siempre?

—No hablamos —aclaro.

—¿Nada de nada?

—Nada de nada —al escuchar mis palabras hace una mueca de aburrimiento— ¿y a ti como te va con Samuel ?

—Vamos mejor en nuestra relación de amigos, que en el proyecto, nos distraemos mucho —me imagino.

—Por lo menos ahora viene mi clase favorita, Arte —digo.

                                        *****

—Retiro lo dicho —le digo a Emma.

—Vaya, es como si el destino conspirara contra ti —no puede ser que ahora toque un proyecto de arte en grupo de 4.

Y sí, Emma, Samuel, Dylan y yo, estamos en el mismo grupo.

Y ahora en receso estamos los cuatro en una mesa, decidimos que haremos este proyecto en los días de vacaciones, por navidad.

También tenemos que decidir las fotografías que hay que tomar, el lugar y todo lo que está involucrado con ese tema.

—Vamos a dar una vuelta por el patio —me dice Emma—, ¿vienes?

—No, voy a estar en el salón.

—Bueno —ella se va junto a Samuel, yo me voy camino al salón, miro mi cuaderno de dibujos.

Últimamente no puedo dibujar como me gustaría.

No puedo dibujar algo que exprese sentimientos, solo imito lo que veo.

—¿Vas a ir a la terraza? —escucho que Dylan entra— yo también voy.

" acepta "

Bueno se supone que somos compañeros, no hay nada de raro y quiero ver si al pasar más tiempo hablando con el se me quitan los nervios y puedo volver a dibujar como antes, además en unos meses no nos volveremos a ver.

—Bien, vamos —cinco minutos después ya estamos en la terraza.

La primera vez que subí aquí fue a los seis años, y en esa ocasión también estaba él.

Él fue quien me buscó y me arrastró hasta esta terraza.

Los dos éramos muy parecidos, mejores alumnos, bien portados frente a los profesores, pero cuando ellos no nos veían, éramos un caos.

Los dos estuvimos en silencio, pero en un silencio cómodo, nunca me imagine que estaría cómoda con el otra vez.

Aquí en esta terraza, donde hay tantos recuerdos de nosotros, con esta misma vista.

Es como si no hubiera pasado el tiempo, como si nada hubiera cambiado, pero no es así, todo absolutamente todo, cambio.

Nosotros cambiamos.

Aún no se si para bien o para mal.

Y aquí es cuando me pregunto.

¿Por qué no disfrutar estos meses con Dylan como si fuéramos amigos que recién se conocen y se llevan bien?

Todo acabará en unas semanas.

No puede pasar nada malo.

No es como si por ser amigos, se fuera a desatar una tormenta, un tsunami o un terremoto, o cualquier desastre en el mundo como sucede en las series de Disney  que cuando al fin los protagonistas pueden estar juntos sucede una catástrofe.

¿No?

—¿Qué te parece, si fingimos que somos amigos que recién se conocieron y que se llevan bien?, borremos todo lo que pasó en el pasado, por lo menos, por estos últimos meses —me sorprende ver que pensamos lo mismo.

—Estoy de acuerdo.

—Entonces, ¿quedamos como amigos? —me pregunta, volteandose hacia mi.

—Amigos —le digo, sonriendo.