Capítulo XXXVI

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Las más bellas palabras de amor se dicen en el silencio de una mirada.

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aviso: este capítulo será en dos puntos de vista, intercalando entre Ada y Jacob.



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JACOB BLACK
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Ver a Ada herida fue como ver una parte de mí desgarrándose. Su dolor resonaba dentro de mí y el lobo parecía querer cada vez más asumir el control, mientras me culpaba de varias cosas. No la protegiste, no fuiste lo suficientemente bueno. Y yo tenía que estar de acuerdo con él. Nunca fui lo suficientemente bueno para Ada.

Luché contra la imprimación, porque una parte de mí, una parte que todavía quería ser el niño humano con grandes sueños y una pasión adolescente. Pero, lo que no acepté, fue que aquel chico ya había sido aplastado hace tiempo. Y que, aunque ya no fuera el antiguo Jacob, el nuevo Jacob aún era lo suficientemente bueno y podía seguir adelante con todos esos cambios.

Ada fue un buen cambio. Un cambio extraordinario.

Y no fui lo suficientemente bueno para notar esa maravilla en mi vida.

Nuestra imprimación estaba desgastada, la línea que nos conectaba era delgada y nuestra conexión y sentimientos eran débil. Podía sentir solo sus sentimientos más fuertes, y cuando estábamos lejos el uno del otro, solo había el silencio de mis propios sentimientos. Y tal vez, debido a que nuestra conexión era cada vez más débil, finalmente pude sentir que el sentimiento que había dentro de mí era mío, y solo mío.

Y ese sentimiento era latente. Aumentaba cada vez que veía a Ada, o pensaba en ella. Era algo mío, que crecía por ella sin ayuda de ninguna magia Quileute. Y cada vez que me aferraba más a eso, más podía entender que mi relación imaginaria con Bella era algo que había nutrido demasiado tiempo. Infundado. Combinaba con el vampiro, y si eso es lo que quería, que se joda.

Estacioné el coche frente a la casa de Charlie y luego Ada abrió la puerta, pareciendo fastidiada por su apoyo en las muletas mientras sus pasos aún eran vacilantes. Salí del coche, yendo hacia ella para ayudarla pero paro ya que que soy blanco de su mirada molesta.

— Quédate ahí, Jacob —Ella gruñó, bajando los tres escalones de la entrada de su casa. Podía ver en su rostro que ella se estaba esforzando, pero algunos movimientos aún eran limitados

 —Sólo quiero ayudarte —Cruzo los brazos, apoyándome en en capote del coche.

Ada había evolucionado bien. Su esfuerzo era grande y por eso hacía casi dos semanas que ella había abandonado la silla de ruedas.

𝐄𝐕𝐀𝐍𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓, JACOB BLACKWhere stories live. Discover now