Esperanza

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Historia escrita por Revontulett, disfrútenla

No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Toriyama y otros, así como de cualquier otro elemento de cualquier otra obra, creación que aparezca, créditos a quien corresponda.

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Parecían haber estado volando durante horas. Días. Años. No podía asegurarlo

Se sujetaba a Gohan con todas sus fuerzas, cruzando brazos y piernas alrededor de su cuerpo. Tenía los ojos cerrados. No quería abrirlos. No quería ver el manto del bosque desplazándose a toda velocidad a lo lejos, ni el resplandor mortecino de la luna latiendo entre las nubes.

Temía mirar hacia atrás. Temía hacerlo y descubrir dos pequeñas figuras moviéndose en la oscuridad, siguiéndolos, cazándolos.

Se aferró con más fuerza a Gohan. Sus manos, apretujadas a su camiseta, estaban húmedas y pegajosas. Sangre. El viento le azotaba con violencia el rostro, agitándole los cabellos, pero poco a poco iba perdiendo su ímpetu. Su trayecto en el cielo, recto como una flecha hasta entonces, comenzaba a vacilar.

Estaban perdiendo altura.

Videl abrió los ojos. Tenía la aterrorizante sensación de que pronto empezarían a caer en picada, como un avión en un accidente aéreo. Pero no. Gohan seguía volando, solo que cada vez más bajo, más lento.

— ¿Gohan?

—Videl...—susurró con voz ronca—Tengo...tengo que parar.

Y entonces comenzaron a caer de verdad.

Videl soltó una exclamación de miedo y asombro. Las copas de los árboles, negras en la oscuridad de la noche, se cernieron sobre ellos a una velocidad espeluznante.

— ¡Gohan!

Él no dio señales de haberla escuchado. Caían. Caían cada vez más y más rápido.

"¡Debo hacer algo!"

Era dolorosamente consciente de lo lejos que estaba de siquiera acercarse a su velocidad de vuelo; era por eso que él la había subido a sus espaldas cuando huyeron de los androides. Sin embargo, luego de muchísimo esfuerzo, ella había aprendido los rudimentos del vuelo... Si lo conseguía en esos instantes, tal vez podría evitar que se mataran. No había otra opción. ¡Debía intentarlo o morir!

Videl reunió absolutamente todo el ki que fue capaz en un intento de frenar la caída y levitar, pero, al hacerlo, todo el peso del joven cayó sobre ella. Apretó los dientes, haciendo un esfuerzo supremo por resistir y detenerse en el aire. Aterrada, comprendió que solo lo había logrado a medias. Ya no se precipitaban a tierra como un meteoro, pero no por ello había frenado la caída. Atravesaron las copas de los árboles en unos pocos y pavorosos segundos, estrellándose con brusquedad contra la hierba.

Se quedaron tendidos allí, en silencio, durante lo que pareció una eternidad. Videl respiraba más agitada que nunca, conmocionada, pero, más allá de unos cuantos raspones, no había sufrido ningún daño. Alzó la mirada, contemplando boquiabierta el agujero que habían dejado entre las ramas y el follaje. La luz de la luna caía como un halo justo sobre ellos. Comprendió que si seguía con vida, era gracias a los árboles. Las ramas superiores y las hojas habían frenado su caída, al menos lo suficiente para evitar que se abriera el cráneo contra el suelo. Tendido a su lado, Gohan respiraba muy lentamente. Tenía los ojos cerrados.

— ¡Gohan! —se abalanzó sobre él, cargándolo en su regazo con mucho esfuerzo— ¿Gohan? ¿Estás bien? ¡Gohan!

Él abrió un poco los ojos, sonriendo débilmente.

Un futuro diferenteWhere stories live. Discover now