Capítulo II

311 27 9
                                    

Agosto de 1971

— ¡Iria! ¡Levanta, ya!

Otra vez no.

Me levanté de la cama al escuchar los gritos de mi padre. Miré la hora.

Las nueve y cuarto.

Merlín, cinco minutos y ya me está chillando.

— ¡Ya voy!

— ¡Deprisa! — Ordenó mi padre

Me dirigí a mi armario, cogí lo primero que pillé y me fui corriendo escaleras abajo hacia el comedor.

— Iria, llegas 10 minutos tarde — dijo mi padre, con una expresión seria. Sentí que estaba bastante molesto.

— Lo siento mucho, no sabía que hora era.

Mentira, si lo sabías, querida.

Cállate conciencia.

— Vamos, siéntate al lado de Lucius, empezarás a entrenar en cuanto terminemos de desayunar.

Y lo dice como si fuera una novedad.

Todos los días, desde que tenía 5 años, me los he pasado entrenando y aprendiendo a controlar mi magia. Que yo sepa los magos y las brujas son capaces de hacer cualquier hechizo con sus varitas. Sin embargo, la magia que yo poseo es más... compleja. Digamos que soy capaz de percibir los sentimientos de los demás solo con mirarlos, o ni eso.

A veces, más que magia, es una pesadilla.

Que te calles.

— Y después de comer vendrán a vernos los Black, ¿no, padre? — respondió mi hermano, muy entusiasmado.

Eso sí que era una novedad.

— ¿Cómo que vamos a ver los Black? — pregunté.

— Iria, cállate y desayuna — ordenó mi padre — Si, van a venir a vernos, por varios asuntos de nuestras familias por resolver— dirigió una mirada a Lucius.

Uy... tiene que ver con Narcissa, interesante.

— Ah, que bien. — respondí con poco entusiasmo.

— Y también porque ya es hora de que conozcas a alguien de tu edad que vaya contigo a la escuela.

Se me iluminaron los ojos... ¡Un amigo! ¿Cómo será? ¿Le gustará el quidditch? ¿O los libros? ¿O investigar por los bosques? Que ganas de conocerlo...
Nunca había tenido un amigo de verdad, los pobres elfos de la cocina solo lo eran por obligación y no tenía permitido ir al pueblo de al lado sola, por los muggles que viven allí. Padre dice que son peligrosos, pero creo que exagera.

— ¡¿Un amigo?!... ejem... pero, sí la más pequeña de los Black es Narci...

— Iria, no te precipites.— replicó mi hermano con retintín, a lo que le respondí con una mueca de asco — Vas a conocer a sus primos, con los que compartirás casa en Hogwarts.

Hogwarts, qué lugar más maravilloso. Según mi hermano, es un coñazo, que está deseando salir de allí. Sin embargo, yo creo que tiene un encanto muy especial que no tiene otro lugar.

A lo mejor como si fuese un hogar.

Recibí la carta hace una semana más o menos, y compramos todos los materiales hace unos días. Mi varita es preciosa, el fabricante al que se la compramos dijo que era de madera de cerezo y núcleo de pelo de unicornio o algo así. Me pareció una combinación bastante bonita para ser una coincidencia.

Aunque eso de compartir casa... No lo veo muy claro. Estoy muy segura de que  no voy a caer en Slytherin. He leído algunas cosas sobre Hogwarts y sus casas, y creo que es la casa que menos se identifica conmigo, y mira que toda mi familia es de allí.

Sabes que como no nos toque allí, te vas al hoyo, Iria.

Esperemos que no pase eso.

— ¿A qué hora llegarán más o menos?

— Sobre la hora del té — respondió padre

— ¿Y quiénes vendrán a casa?

— Eso no es de tu incumbencia — Respondió, un poco molesto.

— ¿Y como se llaman su...

— Ya basta, Iria. Ya lo descubrirás cuando llegue el momento — interrumpió, con una expresión neutra, pero sabía que estaba más molesto aún— Ahora prepárate, que vamos a entrenar.

Me levanté, un poco desanimada por la respuesta de mi padre y subí a mi habitación. Me preparé físicamente, pero también mentalmente. Porque entrenar, al menos para mi, no tiene la misma definición que la del diccionario muggle. Ojalá tuviese esa definición. Parece ser que a mi me tocó la versión que más dolor provoca, pero supongo que no tengo manera de evitarlo, al menos, por ahora.

Dos semanas, dos semanas y esto se habrá acabado.

⋅Ataraxia⋅ ||PAUSADA||Where stories live. Discover now