Capítulo XVII

41 11 0
                                    


Entramos al cuarto de mi hermano y nos quitamos la capa de encima. Llevábamos ya demasiado rato debajo de ella y a ambos se nos caían unas pocas gotas de sudor por la frente debido al calor y a los nervios.

Al ser prefecto, mi hermano tenía una de las mejores habitaciones. Había dos camas de madera con colchas verdes oscuras y bordados oscuros y unas cortinas para tapar la luz exterior del mismo diseño. Al lado de una de las ventanas que daban al lago negro, había un amplio escritorio de madera oscura con una silla que tenía pinta de ser bastante cómoda. Varios libros y pergaminos estaban dispersos por la mesa. Parecía que alguien había estado estudiando hace poco.

Dejamos las bombas con el temporizador ajustado donde habíamos planeado. Hasta dentro de tres días, estas explotarían. Cuando terminamos de distribuirlo todo, cogimos la capa y salimos de allí, cerrando lentamente la puerta para no hacer ruido.

— Ala, ya hemos terminado. Ahora salgamos de aquí antes de que nos descubran. — susurré, mientras me echaba la capa por los hombros.

— Menos mal que sabías que tu hermano tenía entrenamiento, si no, no sé cómo nos habríamos colado para…

— ¡Cállate! — le interrumpí. Había sentido algo, mejor dicho, a alguien. — ¡Corre, ponte la capa!

Nos pusimos la capa por encima de nuestras cabezas y nos fuimos lo más lejos de las escaleras que pudimos. De pronto, apareció la chica de antes, mirando de un lado a otro. Nos había escuchado, sabía que estábamos aquí.

Vimos como la chica se alejó hacia uno de los lados del pasillo. Ese era nuestro momento para escapar.

— ¡Vamos Sirius! ¡Es nuestra oportunidad!

Corrimos con cuidado hacia las escaleras, intentando no tirar nada y no hacer ruido. Avanzamos y avanzamos, y cuando estábamos a punto de llegar al primer escalón, sentí como una fuerte ráfaga de aire se colaba por mi espalda. Solté un chillido que conseguí ahogar rápidamente.

Nos habían pillado.

Desvíe mi mirada hacia Sirius. Este también me estaba mirando alarmado. Tenía miedo, y para ser sincera yo también.

Verás tú el castigo que te va a caer...

Sirius y yo nos dimos la vuelta lentamente para enfrentarnos cara a cara con la persona que estaba justo detrás de nosotros, la chica de pelo azabache, la cual nos miraba con una mirada bastante severa.

— Hola Andy… — dijo Sirius, intentando salvar la situación.

Eso no va a solucionar nada.

¿Me lo dices o me lo cuentas? La chica que nos ha pillado es prima de Sirius, obviamente no se va a solucionar nada, absolutamente nada

— Sirius, ¿Me puedes explicar por qué estáis aquí, y qué narices es eso? — preguntó, señalando la capa, la cual estaba a unos metros de nosotros.

— Pues… Es una larga historia, te aburrirás.

— Eso lo dudo. Empieza a hablar.

Al ver que Sirius no respondía, y las vibras que me transmitía Andrómeda, decidí hablar por mi cuenta.

— Íbamos a gastarle una broma a mi hermano.

Andrómeda desvió su mirada hacia mí, y sentí como parte de la tensión de su cuerpo se desvanecía. A saber qué cosas estaba pensando de por qué estábamos aquí.

— Tu eres Iria Malfoy ¿Verdad? La chica de los poderes…

Miré a Sirius de reojo, con una mirada un tanto alarmada, a la que él respondió asintiendo con la cabeza. Podía confiar en ella.

Bueno… Eso está por ver.

— Si, esa soy yo. — respondí con determinación. No tenía miedo, aquí no tenía por qué tenerlo. Tenía el ligero presentimiento de que Andrómeda no nos iba a hacer nada.

— ¿Y qué broma vais a gastarle a tu hermano? — preguntó, con cierta curiosidad que trato de disimular.

— Pues… íbamos a meterle bombas de pintura en la almohada y en la mochila… — respondió Sirius, con cierta cautela.

— ¿Solo eso, nada más?

— La pintura es permanente.

Al decir esto, Andrómeda estalló en carcajadas. Sirius y yo nos miramos, extrañados. No nos habíamos esperado… eso.

— Espera… ¿te ha hecho… gracia?

— ¡Es una broma increíble! ¡Con lo egocéntrico que es y con lo que adora su pelo… — No puedo terminar la frase, ya que comenzó de nuevo a reírse y Sirius y yo la acompañamos. Andrómeda tosió un poco y dejó de reír, pero aún seguía con una sonrisa en su rostro, una sonrisa que brillaba como las estrellas. — Espero que esto no se lo cuentes a tu hermano. Ya sabes, se supone que ambos somos prefectos y…

— ¡Ah, no te preocupes! Nos odiamos. Por algo vamos a gastarle la broma.

— Por cierto, Andy. Esto no se lo contarás a nadie, ¿Verdad? Pero ni a su hermano, ni a la familia ni a nadie. — Sirius alzó una ceja, para disimular un poco sus nervios.

— No seas bobo, ¡Claro que no se lo voy a decir! — respondió, mientras que le daba un breve abrazo. Los mire con ternura, ojalá tener a alguien así. — Eso sí, me debéis un favor.

— Si venga. — Al ver la cara que le puso Andrómeda, este rectificó su respuesta. — Vale, está bien…

— ¿Y para qué usarás ese favor? — pregunté.

— Eso, ¿para qué?

— Ah… ya lo sabréis, pequeños saltamontes. Ahora lo que tenéis que hacer es poneros la cosa esa que llevabais encima y salir de aquí. Así que venga, ya os estáis largando.

— Por cierto, ¿Cómo nos has descubierto? — Preguntó Sirius, mientras que yo recogía la capa del suelo y le sacudía el polvo.

— Querido, la próxima vez que os escondáis debajo de la manta, procurad que no se os vean los pies. — dijo Andrómeda, con una sonrisa.

Já, como si fuera tan fácil.

Cállate.

— Bueno, pues nos vamos. Muchas gracias Andrómeda.

— No es nada, preciosa. No voy a detener a alguien que debe darle su merecido a Lucius. Eso sí, si vais a gastarle más bromas y necesitáis entrar aquí, decídmelo a mí antes de colaros por vosotros mismos, ¿Vale?

— Vale. — respondimos Sirius y yo al unísono.

Nos despedimos de la pelinegra y nos echamos la capa encima. Conseguimos salir de la sala común de Slytherin sin que nadie más nos descubriera.

Cuando estábamos ya lo suficientemente lejos, asegurándonos de que nadie podía vernos,
nos quitamos la capa y continuamos caminando por los pasillos de Hogwarts.

— Que suerte tienes de tener a Andrómeda como prima. Es asombrosa.

— La verdad es que sí. No sabría que hacer sin ella.

— Ojalá tuviera a alguien como ella.

Ojalá.

⋅Ataraxia⋅ ||PAUSADA||Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum