Capítulo IX

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Mediados de septiembre de 1971

— ¡Hola, hola! — Exclamó Sirius acercándose a mi. Estaba feliz, al igual que yo de verle así. Su felicidad era realmente contagiosa. — ¿Por qué estás aquí sola?

Para que mi cabeza no explote con las emociones de la gente porque a pesar de capaz de crear una especie de barrera y "aguantar" la mayoría de las emociones, no puedo hacerlo constantemente.

Seguro que eso mejora con el tiempo.

Eso espero.

— Sabes perfectamente porque estoy sola, Sirius. — Al ver que no reaccionaba, continúe — La gente, las emociones y todo eso.

— ¡Ah cierto! Perdona, no lo había pensado, como llevamos ya aquí casi dos semanas creía que ya lo tenías controlado.

— Bueno... digamos que va por ratos, dependiendo también de cómo esté yo. — dije, esbozando una media sonrisa. — ¿Y tú qué? ¿Tu prima ha dejado ya de sermonearte por lo de la selección?

— Que va, todavía cree que si me comporto como un alumno de Slytherin a lo mejor consideran el cambio. — dijo, riéndose. — Las únicas que se lo han tomado bien ha sido Andy, y Cissy a medias, no es que me haya dirigido mucho la palabra, pero bueno, no es importante. — Le está quitando importancia al asunto, lo noto. — ¿Qué estás haciendo?

— Deberes de Historia de la magia, creo que no he visto una asignatura más aburrida hasta ahora.

— ¿Es que a quién se le ocurre hacer los deberes ahora?

— ¿A mi, que soy responsable?

— Pues querida, vas a tener que abandonarlos por un rato, porque no pienso dejar que mi amiga se pase toda la tarde del viernes amargada por los deberes. — dijo, mostrando una sonrisa muy sospechosa.

— ¿Ah sí? ¿Y para qué exactamente? — pregunté con desconfianza. Tenía un mal presentimiento.

— Para presentarte a mis amigos.

No tuve tiempo para quejarme. Sirius me agarró de la muñeca y tiró de ella, haciendo que me levantase de golpe y tuve que seguirle corriendo hacia no se donde. Por el camino, casi me caí en un charco bastante grande, me choqué con tres grupos de personas y le di una patada a algo que no sabía exactamente qué era.

Lo voy a matar.

Cuando paramos, estaba exhausta y agitada. Creo que a Sirius se le había pasado otra vez lo de los sentimientos que le había explicado anteriormente, pero ya me molestaría en explicárselo otra vez mucho más tarde.

Mientras me recuperaba, observé que tenía delante a tres chicos. Uno de ellos era James, al que ya había conocido en el tren. Después había otros dos, ambos con el cabello rubio oscuro, uno de ellos era alto, y tenía una cicatriz en la cara, y me miraba con una expresión divertida, mientras que el otro era un poco más bajito, y me mostraba una amplia sonrisa.

— Iria, estos son James, al que ya conoces, Remus Lupin y Peter Pettigrew. — Ambos chicos me saludaron con la mano. — Chicos, esta es Iria Malfoy.

— Encantada de conoceros — sonreí tímidamente.

— Igualmente. — Respondió el de la cicatriz en la cara. Creo que ese era Remus. — ¿Y en qué casa estás exactamente?

— En Ravenclaw. Vosotros me imagino que estaréis todos en Gryffindor.

— Si, exacto. — respondió Peter.

— Pues me alegro mucho por vosotros, pero si me disculpáis tengo que seguir haciendo la tarea así que...

— ¡Eh, eh, eh! No tan deprisa. — dijo James. — Íbamos a hacerte una propuesta... peculiar.

⋅Ataraxia⋅ ||PAUSADA||Where stories live. Discover now