Capítulo I

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Invierno de 1960

Arian

No podía dejar de caminar

Al menos, hasta que pudiésemos salir de Wiltshire sanas y salvas, antes de que él o sus siervos nos encuentren, y se la lleven.

Aquí los rumores corren tan rápido como una plaga, y cuando ciertas personas, se enteraron de que había nacido una niña lo suficientemente poderosa como para convertirse en un arma, corrieron a buscarla.

Si no conseguimos salir de aquí, puede que su destino quede marcado para siempre, a pesar de que personas como yo, intenten cambiar el futuro.

Seguí andando, tan rápido como mis piernas me permitían, intentando atravesar un bosque tan horrible y oscuro, como el lugar del que estoy huyendo, intentando que este último esfuerzo que estoy haciendo no sea en vano. Esta niña puede salvarnos a todos.

El bulto que llevaba en mis brazos empezó  a moverse y a sollozar, cosa que me obligó a parar a un lado del camino.

— Shhhhh... no llores, pequeña. Pronto saldremos de aquí, te lo prometo — le dije mientras trataba de calmarla. Había notado mi nerviosismo.

Empecé a escuchar voces por los alrededores del bosque.
Tenía que darme prisa.

Cogí el colgante de mi cuello, y se lo puse a la bebé, porque tenía el ligero presentimiento de que esto no iba a salir tan bien como había planeado.

Comencé a correr, intentando huir de esas voces que cada vez se escuchaban más y más cerca de nosotras. Procure hacer el menor ruido posible, pero parece ser que no debió dar resultado, porque tuve que esconderme detrás de un arbusto para evitar que nos vieran.

— Señor... Por esta zona no hay nadie, ¿Quiere que busquemos por algún otro lado? — Preguntó uno de los hombres.

— No, seguid adelante, y no paréis hasta que la encontréis. Recordad, quien le haga daño a la niña, se las verá con el Señor Tenebroso.

Al ver que se marchaban, suspiré, acomodé a la niña en mi pecho, y me levanté lentamente, intentando ver por dónde se habían marchado.

Tenía que abandonar este sitio, antes de que...

— Arian — Un escalofrío recorrió toda mi espalda, haciendo que me estremeciera.

— Abraxas.

Al darme la vuelta, vi a un hombre alto, de cabello largo y rubio, apuntándome con su varita. Le miré directamente a los ojos, unos tan gélidos como la nieve que caía en ese momento.

— ¿Qué le trae por aquí, Malfoy?

— No intentes distraerme Arian — espetó — Sabes porque estoy aquí, así que no pierdas el tiempo, y entrégame a esa niña.

— No, ella no es tuya, y lo que tú y tu señor queréis, es convertirla en un arma. Y no lo vais a lograr, no pienso permitirlo — repliqué mientras buscaba mi varita en la manga derecha de mi túnica.

— Yo no estaría tan segura.

De repente, note que alguien me hincaba su varita en mi cuello y me sujetaba con  fuerza, mientras aparecía uno de los siervos y me quitaba a la bebé para ponerla en los brazos de su jefe.

— ¡No, no, no! ¡No te la vas a llevar! — Exclamé, haciendo que la niña empezase a llorar.

— Creo que ya es demasiado tarde, Arian.

No, no lo era, no se iba a librar de mi tan fácilmente. Al menos, por ahora.
Agarré mi varita con fuerza, y...

—Bueno, ahora que ten...

¡"desmaius"!

El siervo que me agarraba del cuello, se desplomó y cayó al suelo, dejándome libre. Apunté a Abraxas con mi varita, intentando aparentar que no había cometido una estupidez.

¡"expelliarm..."!

¡"crucio"!

Me retorcí de dolor al recibir el hechizo y me caí al suelo, a la vez que aparecían más y más aliados de Malfoy, que me apuntaban con sus varitas.

— Arian, pensaba que tu intelecto llegaba a más, que pena que no sea así. — dijo, con un deje de desprecio.

— Y yo pensaba que tú tendrías una pizca de empatía y nos dejarías en paz — repliqué, intentando levantarme, aunque no dio resultado.

— Empatía — dijo entre risas — Eres muy graciosa cuando te lo propones.

— Si, empatía, la misma que tuviste al dejar morir a tu mujer — espeté

Me arrepentí al instante

Al decir esto, su rostro palideció y apretó sus puños hasta dejarlos rojos. Me fulminó con una mirada llena de odio.

— Cogedla — ordenó.

Dos de sus hombres llegaron a mi, y me cogieron por los brazos, mientras que otro de ellos me quitaba la varita y la tiraba al suelo.

Se acercó a mi, y de repente, su mano chocó contra mi mejilla, haciendo que esta se enrojeciera y que me saltasen lágrimas de los ojos.

— ¿Creías que podías escapar? ¿Y vivir tranquilamente en una casa de campo? — preguntó con rabia, acercándose aún más a mi — No puedes escapar del destino, Arian.

— Pero puedo intentar cambiarlo — murmuré

Hizo como que no había escuchado nada, pero yo sabia que algo en ese mensaje le había extrañado. Perfecto, es lo que pretendía.

— Nos vamos, ya — ordenó

— ¿Qué hacemos con ella, Malfoy? — pregunto uno de los que me estaba sujetando.

— Matadla

Miré a la niña por última vez, esperando que mi último intento dé resultados y que ella pueda salvarse.

—Te quiero Emma, hasta que volvamos a encontrarnos...

Cerré los ojos.

¡"Avada kedavra"!

Y Arian ya no los volvió a abrir más.

⋅Ataraxia⋅ ||PAUSADA||Where stories live. Discover now