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Arrow, Jeon Arrow. Como dije salió con unas pecas preciosas en su rostro y todos coincidíamos en que tenía mi nariz también. Jungkook se pasaba día y noche observando a su hijo mientras yo me recuperaba del parto. Grité, muchísimo, casi me desmayé del dolor. Arrow llegó al mundo y lo primero que dije al verlo fue un bonito: "Más vale que me aprecies de mayor porque este fue el momento más doloroso de mi vida". Acertó, Jungkook sabía desde el principio que lo que llevaba en mi vientre era un niño y sorprendentemente no me sorprendió. La intuición de mi chico era digna de un cazador de primera.

—Reina, ya está listo el baño.

Me levanté de la cama observando a la sirvienta que sujetaba a mi pequeño. Solía bañarme con él, no había razón alguna, simplemente me gustaba. Lo agarré entre mis brazos y me dirigí al baño con Lein detrás y la sirvienta contándome lo que había hecho con el niño antes de entregármelo. Jungkook estaba fuera, en una ciudad del Reino la cual no recordaba. Yo había estado durmiendo el día entero desde que me dio un dolor en la cabeza desde temprano. La sirvienta había estado supervisando a mi hijo que estuvo con su abuela todo el día.

—Gracias—agradecí a la sirvienta.

Hizo una reverencia y se fue de allí sonriente. Lein se quedó a un lado de la puerta.

—Arrow, deja de chuparte los dedos.

Llevaba con el pequeño casi medio año, ya habíamos confirmado que tenía el cabello castaño como Jungkook; aunque estaba disgustado de que no fuera pelirrojo, se acabó alegrando de que tuviera algo de él ya que parecía una réplica de mi hermano; un mini yo hombre.

Me metí en el agua calentita mirando como el pequeño Arrow jugaba con el agua. Me daba ternura verlo chapotear sobre mis piernas. Apoyé mi frente sobre la suya y sonreí, mi padre hubiera amado a ese chiquitín. Tocaron la puerta llamando mi atención.

—Hay una reunión en breves y Jungkook aún no volvió.

Ese era mi hermanito. Miré al pequeño Arrow, sonrió.

—¿Podrás encargarte tú, príncipe?

—Muy gracioso, Cirene.

—Lo digo enserio.

Hubo un silencio absoluto, ni siquiera Arrow se estaba moviendo y eso era raro. Se escuchó un " lo intentaré" bajo y unos pasos. Mi hermano estaba también adaptándose a la vida de castillo, no era lo mismo ser príncipe hermano de la princesa que el príncipe hermano de la Reina. Tenía más responsabilidades y quería adentrarse más en el mundo en el que yo había decidido quedarme. Besé la nariz de Arrow.

—Arrow, seguro serás muy guapo de mayor.

Me cambié de ropa antes de ir con mi hijo a ver qué tal le fue la reunión a mi hermano. Lo que me sorprendió fue encontrarme a Jungkook por el pasillo leyendo algo que un ministro le había entregado. Su hijo comenzó a retorcerse y mover las manos en su dirección. Reí acercándome. Jungkook se percató de nuestra presencia, firmó la hoja y acercó las manos para agarrar a su hijo.

—¿Me echabas de menos, Arrow?

Me crucé de brazos, ¿No iba a decirme nada a mí? Jungkook se dio la vuelta como si fuera a irse, pero se dio la vuelta fe nuevo y besó mis labios.

—No frunzas el ceño, te ves fea.

—¿Salió todo bien?

Asintió, me comentó lo que hizo mientras íbamos al comedor. Lein había acompañado a mi hermano a la reunión, por eso me lo encontré ya sentado junto a mi hermano en la mesa.

—¿Todo bien?—preguntó San sin levantar la vista de su vaso.

No hablábamos mucho, él no quería hablar normalmente. Mi hermano seguía tratando de ablandarlo, aunque ya habíamos perdido la esperanza todos. La sirvienta se llevó a nuestro hijo que estaba completamente dormido, cuando despertara me tocaría amamantarlo.

—¿Le dijiste sobre tus migrañas?

Miré a Lein como si quisiera asesinarlo en cualquier momento.

—¿Migrañas?

Jungkook me miró esperando una explicación que no tardó en llegar.

—Tengo migrañas, me paso las mañanas durmiendo hasta que se me quitan.

—¿Será el estrés? Te dije que yo podía ocuparme si-

—Jungkook, tú sí que me das dolor de cabeza.

Lein y mi hermano rieron junto a la Reina emérita. Jungkook se cruzó de brazos, no le hizo gracia al parecer. Besé su mejilla pero no hubo la típica sonrisa de después.

Los días pasaban entre llantos de Arrow y lactancia. Jungkook viajaba más que antes, a veces venían los Kim de visita y otras había un Park travieso por la zona.

Me senté en la roca frente al lago, supuestamente había ido al baño en vez de a una reunión de la que mi hermano se estaba encargando. Cerré los ojos disfrutando de la brisa que azotaba mi rostro. Extrañaba las escapadas con Jungkook al bosque, pero él ya no tenía tiempo. Saqué el arco y las flechas que me había traído y me adentré en el bosque, me apetecía cazar, olvidar un momento a la nueva Cirene y recordar a la antigua. Había dejado los zapatos a los pies del lago, iba descalza con ropa de caza que había sacado de mi pequeña casita que conservaba gracias a mis pequeñas visitas todos los meses. Solía ir, limpiar, estar un rato e incluso plantar alguna planta. Me dedicaba a los cultivos de mi padre y mandaba a unos agricultores que tenían que ver con el castillo a cuidar mis plantas. Si pudiera iría todos los días.

Tensé la cuerda sin quitar la vista del conejo que saltaba por los troncos. Como era de esperar acerté. Me acerqué para llevármelo a mi casa de madera. Seguía siendo acogedora. Preparé para cocinarlo, no pensaba cenar en palacio; era momento de tomar un pequeño descanso de ese lugar. Me senté en el tronco frente al fuego y miré el cielo oscurecerse. A mi padre le gustaba esa época, antes de invierno.

Volví relajada a palacio, volvía a sentirme libre. Daba igual cuánto tiempo pasara mi hogar siempre sería ese bosque y quién sabe, tal vez Arrow también guste de él.

Entré por la gran puerta escuchando un gran grito. Jungkook no parecía muy contento. El estrés lo tenía cabreado durante el día completo, se parecía a su padre cuando me gritaba que era la Reina y no podía desaparecer así como así. No le respondía después de que me dijera eso, él sabía que era parte de mí y en el fondo de él también. No cambiaría por gritarme, pero él sí se relajaba tras soltar todo el cabreo, desearía que no lo hiciera siempre conmigo.

—Buenas noches—declaré antes de pasar de largo.

Agarró mi mano evitando que siguiera de largo.

—Lo siento.

—Buenas noches—repetí soltándome de su mano.

Estaba tan ocupado que dormía en su despacho, la cama que supuestamente compartíamos era entera para mí. No hablábamos mucho, siempre había una reunión o un viaje por el medio; extrañaba sentarnos en el césped del jardín durante horas hablando de cosas aleatorias.

—Deberíais solucionarlo. Os estáis alejando, Cirene.

Tensé la flecha.

—Como si fuera tan fácil —solté los dedos clavando la flecha en el centro—¿Se lo digo mientras viaja, en la reunión o cuando me grita?

—No es para bromear, Cirene... A este paso os vais a distanciar y Jungkook cada vez es más zopenco.

Lein lanzó su flecha acertando en la diana como ya era habitual.

—¿Zopenco?

—El poder, el dinero y el trabajo lo están...

Respiré, era consciente de eso. El trabajo lo estaba consumiendo, pero no me dejaba ayudarlo. El Jungkook sonriente y preparado para sorprenderme estaba desapareciendo y yo no podía hacer nada. Lancé otra flecha con rabia. Cuando quise darme cuenta ya había tirado todas, las cuarenta flechas estaban todas en las dianas y mi rostro estaba lleno de lágrimas.

—Cirene...

Cirene se estaba perdiendo también, porque la única persona que le recordaba quien era ya no estaba.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now