25

324 43 2
                                    

Señalé el camino con recelo. Jungkook agarró mi mano, como si fuera a salir corriendo de allí en cualquier momento; ganas no me faltaban. Entre los árboles me sentía segura, pero el pueblo estaba fuera de él, fuera de mi refugio. El bosque siempre había sido mi hogar, ¿Quién se atrevería a entrar sabiendo los animales que habitaban dentro?  La mano de Jungkook casi tiraba de mí a rastras. Había señalado el camino y desgraciadamente Jungkook había aprendido mucho de mí y no se perdía, lamenté el momento que le enseñé a moverse por el bosque.

—Cirene, no eres una niña, no tengo por qué estar tirando de ti.

Tenía razón, pero desgraciadamente no iba a parar de evitar bajar. Podrían considerarme una niña en plena rabieta porque no quería ir a ver a la tía. Bajar, aborrecía hacer eso. Y por mucho que me gustara Jungkook, no quería hacerlo. Seguimos bajando la pequeña montaña de árboles en la que mi casa se encontraba. Ya sabía que quedaban minutos para llegar, casi podía oler el olor del pueblo. Algo que había desarrollado por vivir en el bosque era el olfato, entre otras cosas. Podía diferenciar el pan y las nueces cocidas, incluso escuchaba como se saludaban desde nuestra posición .

—Cirene, por favor.

Estaba abrazada al último árbol que me quedaba antes de la pequeña explanada en la que el pueblo se situaba. Desde allí veía las casas de madera de gran tamaño y las voces de los residentes se escuchaban a esa distancia.

—Me aterra Jungkook.

Se sentó a mi lado mirando hacia las casas. Apoyó su cabeza en su mano.

—¿El qué? ¿De qué tienes miedo?

Aflojé el abrazo al árbol y suspiré indecisa. Su mirada de preocupación... tuve que desviar la mía. Miedo, miedo a fracasar como Reina, miedo a decepcionar a alguien, miedo de bajar allí y recordar que estaba haciendo lo contrario de lo que juré hacer por mi madre, miedo de perderlo todo.

—No tengas miedo, estoy contigo. No se qué es lo que te aterra, pero yo estoy temblando hasta los huesos de pensar que tendré que afrontar las cosas solo. Ven conmigo. Somos dos, ¿Recuerdas? Yo me ocuparé de todo mientras tú te preparas, te guardo la espalda, no lo olvides.

Esa mirada de cervatillo perdido, sus labios aguantando una sonrisa traviesa al ver que me despegaba del árbol; él era la primera presa que tenía control sobre su cazador. Agarré su mano y la apreté cuando entramos al pueblo. Primero algunos de los pueblerinos se sorprendieron por ver al Rey por allí, pero más se sorprendieron al verme a mí allí. Me conocían, no era fácil olvidar a la familia cazadora además de nuestra poco habitual cabellera.

—¡Pero si es la pelirroja!

Ahí estábamos otra vez. Odiaba eso, no sabían mi nombre. Yo era cerrada, pero nunca se les ocurrió preguntarlo, ¿Por qué? Porque mi nombre no era relevante siempre y cuando les trajera comida del bosque. Podía llegar sin una mano, que tampoco se preocuparon si en la otra traía un par de conejos.

—¡Chester, Chester! ¿Has visto? ¡Te dije que era nuestra cazadora la de allá arriba!

Qué vergüenza estaba pasando. Jungkook me miró sonriente, se estaba divirtiendo. Ojalá poder divertirme como tú por algo así...

—¿Segura que prefieres esconderte tras mi espalda?

¿Detrás de la ancha espalda de Jungkook? No había lugar más seguro en ese momento. Bo quería relacionarme con ninguno, no lo hice nunca y no lo haría ahora.

—Sí.

—¡Pelirroja! Hacia tiempo que no te veía por aquí, siempre venía tu hermano.

Se acercaba, era el hombre de las especias. Me tensé, tanto que abracé la cintura de Jungkook. "Mi hermano", tampoco sabían su nombre. No sabían más que el de mi madre, y ya no era útil acordarse del mismo.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now