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Cuando me tumbé en la cama tras ducharme y cambiarme me percaté de que Jungkook no estaba en la habitación. Esa noche decidí esperarlo, pero nunca llegó. Tampoco la siguiente, o la de después. Dejó de dormir en la misma habitación que yo y eso más que ser gratificante me llenó de inseguridad y terror. No pude pegar ojo, ¿Y si el Rey hacía alguna jugada para evitar que me casara con Jungkook? ¿Y si terminaba lo que ese día no pudo?

Las ojeras que tenía cuando llegó el Domingo eran las más grandes y notorias que había tenido en mi vida. Llevaba una semana así, sin dormir, sin encontrarme con Jungkook aparte de en la mesa a las horas de comer, horas en las que se cambió de asiento y evitaba mi mirada.. No entendía por qué se había alejado de esa forma tan fría.

—Me preocupas.

Era San, acababa de entrar a la sala de mis clases de modales que justo habían terminado. Suspiré, estaba cansada en todos los sentidos. No solo la inquietud de que el Rey podría hacerme algo me impedía dormir, sino que la presión de ser Reina me estaba matando por dentro. Me dolía la cabeza de pensar, el cuerpo se sostenía a duras penas...estaba mal.

—A tu hermano se le ha escapado que mañana cumples dieciocho.

—Cierto—murmuré apoyando la cabeza en la mesa, me había venido un mareo.

—¿Qué te ocurre? Me preocupas.

Acarició mi espalda y me encogí, no me gustaba mucho que me tocaran; evitaba con frecuencia el contacto; menos el de Jungkook...

—No puedo dormir, simplemente—dije arrastrando la silla y poniéndome de pie—Iré al campo de tiro, nos vemos para cenar—susurré saliendo a todo lo deprisa que podía en mi estado.

Al encontrarme sola con el arco comencé a sentir un mareo bastante fuerte en la cabeza. Me acabé sentando al perder el equilibrio. La cabeza me daba tumbos y mi respiración era irregular como si acabara de huir durante horas de cualquier animal salvaje. Puse mi mano en el pecho y comencé a toser.

—¿Cirene?

Escuché como Lein corría hacia mí. Se sentó a mi lado.

—¿Qué ocurre?—di dos golpes en mi pecho—¿Respirar?,—asentí—¿Te cuesta respirar?

Los aspirantes y el instructor se acercaron alarmados. Algunos fueron a llamar al médico real en lo que Lein trataba de entender que me pasaba. Los mareos se estaban haciendo más intensos.

Me llevaron hasta una habitación en donde me medicaron aunque me negaba, ¿Y si me estaban metiendo algo que atentara contra mi vida? Siempre me había curado a base de plantas...¿Y si el Rey mandaba que me metieran algo?

—¿Qué ocurre?

Era mi hermano. Le sonreí y saqué la lengua antes de reír sola; estaba delirando sin duda, la medicación me había dejado idiota.

—Falta de sueño, le dificulta la respiración y tiene fuertes mareos.

En algún momento conseguí dormirme, no sé cuando.

Desperté en la misma sala, era de día y solo había un hombre mirando hojas en el sofá de enfrente. Levanté mis manos y sonreí al ver que seguía viva aún, por un momento pensé que realmente me habían envenenado. No era tan raro sabiendo todo lo que el Rey era capaz de hacer por el poder.

—Hola señorita, veo que ya está depierta. Incorpórese despacio.

Así hice, aún me dolía un poco la cabeza.

—Debe dormir bien, ¿Cuánto llevaba sin conciliar el sueño?

—Una semana—respondí sin pensármelo.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Where stories live. Discover now