Capítulo 6

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Ya había pasado más de una semana desde lo del campanario. Los días pasaban rápido en aquel lugar, tan rápido que no tenía tiempo de ponerme a pensar en mis problemas. Desayunaba, almorzaba y cenaba con Louis (la merienda la tenía con las monjas, porque Louis a esa hora estaba ocupado con una clase que daba a niños en la iglesia). Por las tardes yo ayudaba a las Hermanas a limpiar el convento y aunque no se me daba muy bien el cocinar, las mujeres me ayudaron a aprender algunas comidas simples. Cuando desperté el segundo día allí, había recordado que en mi casa había dejado las pastillas y era indispensable tomarlas, así que una tarde me escabullé y las busqué. No sentía pena al ver la casa como la había dejado, sucia y vacía, con tan solo un sofá, una tele, un par de libros, y no mucho más. No me importó tampoco el irme de allí, es más, esperaba jamás tener que regresar.

Yo no volví a mencionarle nada a Louis sobre lo sucedido en el campanario. Es más, apenas bajamos de allí él comenzó a hablarme sobre el viaje a Paris de una forma muy animada y contenta, obviamente cambiando rotundamente de tema. Y yo respeté su decisión. Él me diría qué estaba mal con él cuando él estuviera listo. Así como yo también le tendría que decir lo de mi enfermedad en algún momento si llegábamos a ser más cercanos.

Esperaba ser yo el que se lo dijera y no el de la morgue...

Esa misma noche saldríamos hacia Paris y yo me encontraba igual o aún más emocionado que quinceañera a punto de entrar a su fiesta. Iba al baño cada diez minutos y no paraba de mover mis manos y piernas. Las Hermanas se reían de mi comportamiento y Louis me regalaba sonrisas de vez en cuando.

Louis me había explicado qué era lo que íbamos a hacer allí:

Nos reuniríamos con el famoso Obispo Horan (gracias por tu habitación) en su orfanato y pasaríamos unos bellos días en aquella ciudad de ensueño. No íbamos de vacaciones, claro está, sino a ayudar en la institución y a darles un poco de alegría y amor a los pequeños que allí residían. Yo sabía que sería más como un "trabajo", pero no podía evitar estar emocionado. Ir a Paris fue mi sueño desde que tuve uso de la razón, además, Louis estaría allí y yo no iba a negar para nada que irme a Paris con alguien como Louis estaba en mi lista de deseos.

Iba de camino hacia donde sentía cómo Louis hablaba con una Hermana, así que seguí las risas. Cuando Louis me vio entrar a la habitación, se puso de pie y se acercó a mi con una gran sonrisa. "¿Estás listo?" Me sacudió desde los hombros, como si ambos estuviéramos por irnos de viaje de fin de curso.

Y al ver su sonrisa y su emoción supe que no era por ir a Paris sino por la ayuda que brindaría en ese lugar. "¿Por qué eres tan bueno, Louis?" Él carraspeó, y pude notar cómo sus mejillas iban adoptando un tono escarlata. Dejó de sonreír por la sorpresa, pero al notar que yo hablaba muy en serio, volvió a su sonrisa habitual.

"Yo...no sé qué decir" Me regaló una gran y bonita sonrisa como agradecimiento. Bajó su mirada un poco vergonzoso y quise apretarlo como si fuera un cachorrito. Ese Louis era el que me causaba más ternura, era el que me daba ganas de alimentarlo y arroparlo como a un pequeño perrito. No sabía por qué comparaba a Louis con un animal, pero es que... no sé, las imágenes venían solas a mi, no era mi culpa. Cuando el Louis normal salía afuera, escondiendo lo religioso dentro, me sentía como que estaba pasando el rato con un amigo, me sentía cómodo y seguro.

"Con eso basta" Dije en voz baja viéndolo sonreír. Quería que me escuchara, quería que supiera que algo sentía por él, ya fuese cariño, aprecio, o lo que sea que en ese momento ese hombre me hacía sentir.

"¿Con qué?" Me miró pensativo, no despegaba su vista de la mía.

Yo lo pensé por un segundo, no quería responder de forma corta y tonta como la mayoría de las veces. "Con...¿existir?" Hice una mueca. "No lo sé, simplemente gracias por salvarme"

"Perdóneme, Padre. He Pecado" (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now