Capítulo 2

19.2K 1.9K 2.3K
                                    

Lamentablemente, no era una persona que dudara mucho. Me gustaba hacer las cosas sin pensar antes y sin importarme lo que pudiera traer consigo como consecuencia. Y eso es, creo yo, bastante obvio.

Emprendí mi camino hacia las puertas de la Iglesia. Las abrí y me metí adentro.

El lugar era enorme. Muy...londinense. Hasta me pareció bonito. El techo estaba completamente lleno de dibujos de ángeles. Era algo extraño pero, aunque yo no creyera en esas cosas, me gustaban los seres sobrenaturales. Me parecía tonto que las personas creyeran que tuvieran algún poder, pero no me parecían estúpidas las películas ni los libros de ciencia ficción sobre ellos.

Y como supuse, estaba vacío. Ni un alma allí dentro. A esas horas de la noche sólo un loco iría a la Iglesia.

Sólo un loco, y yo. Bueno, tal vez sólo un loco. O sea, yo.

"¿Puedo ayudarlo en algo, joven?" Una voz aguda me sacó de mis pensamientos. No acostumbraba a ponerme nervioso, pero realmente entré en pánico cuando noté que me estaban hablando a mi. Mierda. Me había metido en una iglesia para, Dios (já) sabe qué (tal vez sólo escupiría o haría pis sobre el altar), y ahora ya me habían atrapado incluso antes de cometer un acto de vandalismo.

Era él. El cura. Por supuesto.

Mi presa de esa noche. El boleto a la diversión. Justo allí, en ese momento, decidí que tal vez mi acto de vandalismo sería uno distinto al que tenía pensado en primer lugar. Tal vez sería mucho mejor incluso.

"Oh, Padre" Dije yo, bajando la mirada. Estaba entrando en personaje y a la vez tratando de pensar en alguna de todas las estupideces que se me ocurrían para decir algo y que no se diera cuenta que sólo había entrado allí para hacer una maldad. O para cubrirme del frío -cosa que, para agregar, había hecho otras veces antes. "Buenas noches."

"Buenas noches, señor" Estrechó mi mano. "¿Cómo es su nombre?" El hombre no era tan viejo como yo creía. Es más, era demasiado joven. Hasta estaba bueno. Sus cabellos eran castaños y parecían suaves, sus ojos eran de color azul y bueno, no podía observar mucho más que su rostro ya que el resto de su cuerpo se escondía bajo su...vestido gracioso, raro y extraño de cura.

"Harry, dígame Harry" Logré decirle luego de que dediqué el tiempo necesario para observarlo bien. Nunca lo había visto antes por mi barrio. Aún rondaba por mi cabeza el qué estaba haciendo por allí. Entonces uní los hilos y llegué a la conclusión de que seguramente estaba haciendo caridad. Maldita sea, debería haber pasado por mi casa y dejar un frasco de Nutella.

"Bueno, Harry" Se cruzó de brazos mientras, con el ceño algo fruncido como si estuviese leyéndome la mente, dio un paso hacia mi. "¿Qué hace por aquí tan tarde, una noche como esta?" Y su ceño ya no estaba fruncido. Tal vez fue el hecho de que yo también había dejado de estar tan tenso y con un cartel en la frente que gritaba 'bandido'. No, no vendido (bueno, también). Él me sonreía. Una sonrisa de una persona buena, feliz, amada... sin SIDA. Y allí estaba otra vez. No podía evitar el hecho de odiar a cada una de las personas de este mundo que no tenían problema alguno. Bueno, quizá este pobre diablo (ups, hombre, lo siento) tenía hasta incluso más problemas que yo. Pero no creía que fuese así. Sabía que era injusto: el estar enfermo era mi culpa y no podía ir por la vida odiando a las personas sanas. Lo sé, suena tan mal y egoísta de mi parte. La verdad es que eso era yo. Malo y egoísta. O eso debía ser para que el mundo no me pisoteara.

Él tenía futuro, una vida por delante.

En cambio yo, yo dependía de una enfermedad. Ella decidía cuántos días más mi corazón seguiría latiendo.

"Eh, yo...yo..." Rascaba mi nuca mientras pensaba en alguna tontería que decirle. Vamos, Harry, ves muchas películas, cita a algún idiota. "Quería confesarme" Solté lo primero que se me ocurrió. Definitivamente, eso no había salido de ninguna película que haya visto en el último tiempo.

"Perdóneme, Padre. He Pecado" (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now