Promesas

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Para los que lo pidieron, aquí esta :3

Espero que les guste~

Nota: ¡Estoy de inspiración, mi gente!

MK dio pequeños saltos mientras caminaba, su pequeña mano aferrada a la de Red Son, quien caminaba a paso lento y tranquilo por los pasillos de su gran castillo, luciendo distraído hasta que se detuvo en seco ante un cuadro de gran tamaño colgado en la pared.

-¿Quien es él?- el menor sintió curiosidad ante el extraño ser de gran tamaño con piel violeta y grandes cuernos, luciendo fuerte por su musculatura y sosteniendo a la mujer de cabello negro en uno de sus brazos, reconociendo al pelirrojo sentado en uno de sus hombros.

-Es mi padre- respondió Red Son.

-¿Y donde está?- había visto el rostro de aquel ser en todos los cuadros presentes en el castillo pero era la primera vez que se atrevía a preguntar.

-...encerrado- y ahora se veía triste, melancólico, algo que al niño no le gustó.

-¿Era una mala persona?- le dio un apretón a la mano ajena, temeroso por la respuesta.

-Él...hizo cosas malas pero no era una mala persona, no para nosotros- empezó a caminar nuevamente, obligando al niño a seguirlo, sintiendo su mirada curiosa. -Mi padre ama a mi madre, siempre hizo todo lo que pudo para hacerla feliz, y sé que me ama a mi, siempre cuidándome a pesar de mi torpeza...pero para todos los demás, sus acciones no eran las mejores, así que para otros si era una mala persona- era difícil explicarlo pero esperaba que el menor lo entendiera lo mejor posible.

-Oh...- era como su papá, supuso. Él era amable y cariñoso pero por el miedo que podía ver en los rostros de alguna demonios cuando pasaban por los mercados, muchos le tenían miedo. No sabía la razón pero sabía que su papá podía ser aterrador. -¿Lo extrañas mucho?- entraron al cuarto del demonio, quien soltó su mano para dejarlo moverse con libertad allí.

-Todo el tiempo- asintió, permitiéndose ser sincero con alguien que no fuera su familia. MK tarareo, sacándose los zapatos para subirse a la cama ajena y sentarse allí mientras veía al mayor trabajar, sacándose la mochila que tenía y sacando sus muñecos para jugar, aunque las palabras ajenas aún resonaban en su cabeza.

Y no mucho después, pudo escuchar una discusión, las voces altas haciéndolo temblar pero se mantuvo en su lugar, fingiendo valentía para si mismo, ignorando su pavor a favor de escuchar lo que sucedía.

-¡Quiero a mi esposo de vuelta!- era la voz de la mujer, sonando desesperada, un destello de algo llegando a la mente del niño, quien sacudió la cabeza para ignorar aquello.

-¡¿Para qué puedan dominar la ciudad?! ¡¿Para qué puedan lastimar a la gente de la ciudad?!- esa era la voz de su baba, sonando furioso y tenso. -¡No voy a liberarlo, no si eso significa poner a la ciudad en peligro!-

-Ambos necesitan calmarse- esa era la voz de su papá, sonando cansado. MK se acercó con todo el cuidado, subiéndose a una silla para poder ver por la ventana, pudiendo ver a la mujer con el ceño fruncido y parada firmemente, el pelirrojo luciendo incomodo y sentado tieso en uno de los sillones. Frente a ellos estaban los monos, Wukong parado y con el pelaje erizado, mientras Macaque se mantenía sentado y con el rostro serio.

-Devuélveme a mi esposo- hablo ella, seria y firme. Iron Fan cree que es su nombre.

-No- el dios se cruzó de brazos, su cola moviéndose con irritación. MK hizo un puchero, pensativo, no le gusta escuchar peleas y mucho menos le gusta lo incómodo que se ven todos. Necesita ayudar, encontrar una forma de que todos ellos estén felices y es entonces cuando sucede, abriendo los ojos cuando una idea se le vino a la mente de repente. Se apresuró a bajar de la silla, empujando con dificultad la gran puerta para entrar a la habitación.

-¡Papá!- corrió hacia el mayor, quien fue rápido en abrir los brazos para recibirlo, mientras tanto los demás presentes se tensaban, casi se habían olvidado del pequeño.

-MK...- lo abrazo, subiéndolo a su regazo. -...¿Te molestamos?- lo miro, preocupado.

-Fueron muy ruidoso, no me gustó- hizo un mueca, los gritos habían sido lo que lo había asustado y llamado su atención.

-Lo siento mucho, Kid- el dios miro al niño con una triste sonrisa.

-¿Y si hacen una promesa?- preguntó, llamando la atención de los presentes.

-¿A qué te refieres, chico?- Macaque ladeo la cabeza, curioso, decidió a escuchar a su hijo.

-Hacer una promesa- sonrió, animado. -Ella quiere a su esposo de vuelta y baba quiere mantener a la gente a salvo, así que pueden hacer una promesa- señaló. -Tu dijiste que las promesas eran importantes para los demonios porque no se pueden romper y son permanente, así que pueden hacer una promesa...- señaló a la mujer, quien se sobresalto ligeramente. -...puede prometer que no le harán daño a nadie...- señaló al dios, quien parpadeo con curiosidad. -...y puedes prometer liberarlo- estaba orgulloso de su idea, mientras los demás lo miraban con asombro y sorpresa.

-¿Estas dispuesta a prometer, el nombre de tu esposo y el tuyo, que no intentarán conquistar ninguna ciudad y vivirán en paz de ahora en adelante?- preguntó Wukong, enarcando una ceja hacia ella.

-Eso no le va a gustar a padre-Munro Red Son, pensativo, ya pudiendo imaginar lo furioso que iba a estar el mayor.

-Por supuesto- asintió ella con seriedad, una obvia tensión en todo su cuerpo.

-Entonces...adelante- la miró, desafiándola con sus ojos dorados brillantes, esperando. Ella se mordió el labio inferior, obviamente molesta pero se paro firme, luciendo como toda una princesa.

-Yo, la princesa Iron Fan, con todos los presentes como testigo...- alzó una de sus manos, cerrando ligeramente el puño y dejando solo su dedo meñique arriba. -...prometo, en nombre mío y de mi esposo, que no lastimaremos a ningún ser humano y no intentaremos conquistar ninguna ciudad...- él hizo un gesto para que continuará. -...y que viviremos el resto de nuestras vidas en paz- agregó.

-Bien- Wukong pareció satisfecho, dando unos pasos para acercarse, alzando su mano de igual manera, cerrando los dedos y dejando solo el meñique arriba. -Yo, el sabio de la montaña Sun Wukong, con todos lo presentes como testigo...- para MK todo eso sonaba como un discurso ensayado, raro y demasiado formal. -...prometo liberar a DBK y no volver a encerrarlo- la miro a los ojos con una clara advertencia. -Si alguno falla a su promesa, me encargaré personalmente de encerrarlos a ambos de manera...permanente- el pelirrojo hizo una mueca ante eso, sin gustarle en lo más mínimo.

-Y si tu fallas a tu promesa, tendré tu horrible cabeza como adorno de pared- gruñó, molesta.

-Es una promesa- ambos dijeron al mismo tiempo que se acercaron para enganchar sus meñique entre sí en lo que parecía un gesto infantil para humanos pero que era realmente serio para demonios, un aura dorada rodeándolo a ambos, sellando así sus promesas.

Papa MacaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora