Montaña #3

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Lamento la tardanza pero tenia muchas ideas que no tenia ni idea de como expresar pero al final, esto fue lo mejor que me salió :3

Espero que les guste~

Nota: ¿Cómo creen que sería la mente del pequeño MK?

-¡Suéltame!- MK se retorció, molesto por ser sosteniendo en el aire y siendo agarrado por detrás de su remera de uniforme, incómodo. Había intentado huir cuando aquel loco de repente aprecio en su escuela y había logrado esconderse entre toda la gente que corría con pánico pero apenas cruzó la salida antes de ser agarro y llevado lejos con un grito de pánico.

-Cállate, mocoso- gruñó quién lo sostenía, parado en lo alto de un edifico y con un perro de apariencia extraña parado detrás, vigilante. Daba miedo, el hombre de expresión sería y aterradora, con ese extraño perro detrás. -Odio a los niños humanos, son tan quejumbrosos- bufo, agitando un poco al pobre niño en un intento de callarlo pero solo cuadrando el efecto contrario, el menor gritando con pánico. -Solo quiero la llave-

-¡No puedo dártela!- era la verdad, la llave estaba en su mente y aun no tenía ni idea de cómo sacarla. Quería estar en su casa, en los brazos de su papá y escuchando alguna de las historias que Monkie King decidiera contarle, quizás incluso poder acurrucarse con Mei.

-Dame la llave, mocoso- ordenó, extendiendo su mano libre, impaciente y con el ceño fruncido.

-¡No!- recordó uno de los consejos de su papá y cerró el puño, teniendo mucho cuidado con su pulgar, aprovechando la cercanía para golpear con toda la fuerza que tenía el ojo en la frente ajena.

-¡Maldito y malcriado mocoso!- gruñó Erlang Shen con una mueca, agitando bruscamente al niño y usando su mano libre para tocar suavemente su tercer ojo, era sensible. -Ya me canse de ti...- estaba arto de ese niño que no dejaba de gritar y retorcerse, él solo quería la llave y haría lo que sea necesario para tenerla. La llave que todo lo abría, tan poderosa como era debía estar en un lugar más protegido y seguro que la mente de un mocoso cualquiera de la ciudad. -...terminaré con esto de una vez- se acercó al borde del edifico en el que estaba y extendió su brazo, sonriendo con cierta satisfacción ante el grito de terror del niño ante la altura, la cual no era nada para un celestial pero que estaba seguro que sería suficiente para su pequeño problema mortal y humano. Lo soltó y MK grito, casi desgarrando su pobre garganta, sintiendo que caía a gran velocidad y viendo hacia a aquel hombre que lo había soltado, abriendo los ojos con asombro ante las grandes y oscuras manos rodearon al extraño. Por encima del edifico, un mono de gran tamaño se alzó, oscuro pero brillante, con unas extrañas cintas rodeando su cuello y las puntas flotando ligeramente, junto a una gran cruz sobre donde debería estar uno de sus ojos.

-¡Papá!- sintió alivio a pesar de seguir callendo, chillando cuando aterrizó de repente en algo blando y familiar. -¡Nube!- rio, lleno de alivio de repente, sintiéndose cansado. Alzó la vista, viendo un destello dorado, sonriendo. Habían venido a salvarlo.

-¡MK!- se volteo ante la voz, viendo como Nezha se acercaba con agilidad y rapidez. -¿Estas bien?- preguntó, preocupado, extendiendo su mano para acunar la mejilla del niño, quien se apoyo en el amable toque. -No te hizo daño, ¿verdad?-

-No pero me soltó desde arriba- sollozo ligeramente, con pequeñas lágrimas saliendo de sus ojos. -T-Tenía miedo, Nezha- había estado tan asustado pero se había esforzado por ser valiente, su tiempo en la calle le había enseñado a la fuerza que no debía llorar frente a aquellos que querían hacerle daño, que eso es lo que querían y que no debía darles la satisfacción pero ahora estaba con su amigo y no podía detenerse.

-Esta bien, cariño- el príncipe estaba furioso, ese maldito bastado se había atrevido a lastimar al amable niño al que tanto cariño le había agarrado, pero dejó eso de lado por el momento, usando una voz tranquila y toques suaves para consolar al niño asustado que lloraba. -Nos encargaremos de él para que no vuelva a tocarte- di inclino, dejando un pequeño y tierno beso sobre la frente ajena. Se sentía fatal pero debía irse. -Ve a la tienda y quédate allí, ¿si?-

-Esta bien- asintió, notando entonces algo que se acercaba a gran velocidad. -¡Nezha, detrás de ti!- el príncipe se volteo, sosteniendo firmemente su lanza justo a tiempo para bloquear la mordida del perro de Erlang Shen, el cual estaba gruñendo.

-¡Vete, MK!- ordenó, golpeando al animal para alejarlo y girando su lanza, ya preparándose para contratacar. El niño hizo un puchero pero asintió, apoyando sus manos en la nube y alejándose a gran velocidad, yendo directamente a donde le habían mandado, sintiéndose contento al ver la tienda tan familiar. Entró con nube y todo sin pensar, sobresaltando a quienes estaban allí.

-¡MK!- Tang y Pigsy se sorprendieron, acercándose e ignorando la nube mágica a favor de revisar al niño. Su ropa estaba algo estirada y rota, sucio, con el cabello despeinado y el miedo expresado en su rostro.

-Me...dijeron que viniera aquí...- jadeo. Estaba asustado, aterrado, pero iba a llorar más tarde en brazos de su papá.

-Oh, chico...- el demonio extendió los brazos, alzando al menor para acercarlo y poder darle un suave abrazo, sintiendo sus pequeñas manos aferrarse a su ropa. Los mayores querían preguntar pero decidieron no hacerlo por el momento al ver al menor temblar, así que solo pudieron mirarse entre ellos, pensativo sobre lo que hacer a continuación y de repente, un gruñido profundo rompió el silencio entre Ello, volteándose con miedo al perro de gran tamaño parado en la puerta, luciendo furioso y dispuesto a atacar, agazapándose.

-Es el perro...del hombre que me llevó...- MK se volteo, sollozando, el corazón de los mayores agitándose ante eso.

-Eso no es bueno...- chillo el de anteojos, soltando un grito femenino cuando el animal salto directamente hacia Pigsy, con las intenciones de llevarse al niño. Tang tembló, su amigo de toda la vida estaba en peligro y su amado sobrino estaba a punto de ser llevado, y no podía hacer otra cosa más que mirar casi en cámara lenta como el perro se acercaba cada vez más, tieso, sintiéndose furioso e impotente. Avanzó antes de pensarlo, interponiéndose entre su familia y el peligro, algo en su interior rompiéndose al instante en el que alzó la mano y un destello dorado iluminó la pequeña tienda.

-¿Pero qué...?- el demonio jadeo al ver el aura dorada que rodeaba a su amigo, el gran sello formado frente a él y el aura que rodeo al animal por un segundo antes de ser expulsado con fuerza fuera del lugar. -¡Tang!- se acercó, el menor enterrando su rostro en su hombro. -¡¿Cómo rayos hiciste eso?!-

-No tengo idea- negó, luciendo tan confundido como el chef. Se sentía diferente de alguna manera, con algo poderoso y brillante resonando en su interior, familiar en cierto modo. Miró a su amigo y a su sobrino, decidiendo que lo que sea que hubiera sucedido, había sido un gran alivio. Los había salvado, los había protegido, y eso era todo lo que importaba.

Papa MacaqueWhere stories live. Discover now