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Katsuki nuevamente se retira por los mismos arbustos que anteriormente, dejando al pecoso aún con el montón de carne que antes preparó.

Pasaron algunos minutos antes de que el rubio regresara nuevamente, pero esta vez con un ramo de flores amarillas en forma de estrellas.

El peliverde se quedó encantado por el ramo, no tardando en expresar su entusiasmo.

- ¡Que preciosas flores! ¡Son muchas! - comenta, viendo al rubio extenderlas a su dirección - ¿Me las estás dando? - pregunta, tomando las al poco tiempo, sorprendiendo un poco al rubio - ¡Estoy muy feliz! ¡Gracias! ¡Serán de mucha ayuda! - agradece entusiasta, sonriendo sonrojado por el amable gesto.

El rubio por su lado explotó en una mar carmín, sonrojado por la alegre expresión del contrario, sintiendo como su corazón latía con más fuerza y desenfrenado.

Estaba feliz, pues el chico frente a él sonreía gracias a él.

El rubio, aún rojo como las fresas, tembló indeciso, dándose la vuelta alejándose un poco, consultado consigo mismo si debía hacerlo o no.

- Estoy tan feliz... - piensa el peliverde mientras guarda el ramo de flores en un pequeño saco que tenía guardado en su pantalón - ¡¿......?! - se pregunta al voltear y ver al rubio pelear con sigo mismo - seguro le gusta dar regalos - sonríe - será mejor dar tanto como estoy recibiendo - piensa, sellando el pequeño saco.

El rubio por su lado, una vez estuvo de acuerdo se dió la vuelta y camino rumbo al pecoso, decidido, quedando justo a su frente, llamando la atención del contrario con esa acción.

- ¿Eh? - exclama el pecoso, viendo cómo nuevamente el contrario se quitaba el arete de su oreja izquierda y se lo tendía, observando también un leve temblor en sus manos.

- Ah... Es... La gema que intentó darme - piensa, viendo fijamente el precioso objeto frente a él, quedando embelesado por su brillo, dudó.

Cortejo.Where stories live. Discover now