12 | Yuzuha Shiba

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Fem x Fem

La miraba todos los días, el que viviera frente a mí casa era un punto a mi favor, la veía salir de casa y llegar a ella. Siempre iba acompañada del pequeño Hakkai, el chico alto de cabello azul, mis amigas pensaban que siempre estaba atenta a los Shiba por el guapo Hakkai, pero en realidad era otra persona quien se robaba mi atención, Yuzuha era todo lo que algún día quería ser, guapa, alta, inteligente y fuerte, siempre pensé que lo sentía por mi vecina no era más que simple admiración. Pero luego muchas cosas pasaron y ahora no estoy segura de mis sentimientos, todo empezó a inicios del otoño, la chica tocó a mi puerta con desesperación a la mitad de la madrugada, mi madre pegó un grito y mi papá bajó a abrir la puerta con su paraguas en la mano, "quédate atrás hija, no sabemos quien podrá ser" dijo. Al abrir la puerta, Yuzuha traía a su hermano pequeño en la espalda, nos sorprendió mucho ya que él chico le sacaba dos cabezas de altura y de hecho que pesaba bastante.

-Necesito ayuda, por favor- sus ojos brillaban por las lágrimas y sus rodilla temblaban, mi padre ayudó a Yuzuha con Hakkai y lo acostó en el mueble, el pobre tenía varias heridas sangrantes e incontables moretones en toda la espalda.

-¿Quién le hizo esto?, debemos llamar a la policía- mi mamá estaba asustada, de hecho todos lo estábamos, no pensamos despertar a la mitad de la noche y tener que atender a un chico moribundo en nuestro sofá.

-¡No! A la policía no, no puedo hacerle eso a mi hermano- así que el otro hombre era su hermano, siempre creí que sería su padre o su tío.

-¿Tu hermano les hizo esto? Es muy grave, necesita suturas en más de una herida, ¿verdad querida?- mis padres eran médicos, e inspeccionaban las heridas de Hakkai a fondo.

-Sip, creo que aún tengo mi kit de suturas arriba, ya vuelvo- mi mamá ató su cabello y subió en busca de sus implementos.

-¿Puede ayudarnos señor Nakamura? Lo traje con usted porque usted es doctor, ¿verdad?- los ojos de Yuzuha seguían cristalinos y miraban a mi papá como si fuera el mismo enviado por Dios, él tomó su hombro y asintió.

-Haremos todo en nuestras manos para ayudarlos- los ojos de papá viajaron hasta el cuello de la chica -¿acaso trató de ahorcarte? T/N ayúdala con eso, ponle hielo y crema en los moretones, y ayúdala a lavar sus rodillas.

Mi papá tenía razón, Yuzuha tenía marcas rojas en el cuello y sus rodillas sangraba, seguro que se había caído más de una vez en su intento de traer a su hermano a mi casa, tomé a la chica de la mano y la llevé al baño, saqué el botiquín y lo puse en el piso.

-Puedes sentarte en el borde de la bañera...

-Yuzuha, me llamo Yuzuha Shiba- sus ojos me veían con curiosidad.

-Soy t/n, ahora hay que lavarte las heridas, ¿prefieres darte un baño? Puedo prestarte ropa si deseas- Yuzuha asintió y la ayudé a llenar la bañera con agua tibia, una vez llena salí rumbo a mi cuarto en busca de ropa para la chica, Bajé con una camiseta, un pantalón de chándal y un par de pantis nuevas que tenía guardadas para dejarlas fuera del baño para ella.

Esa noche los hermanos Shiba se quedaron en casa, de hecho pasaron el resto de la semana con nosotros, no nos importaba de todos modos, nos agradaban las visitas y ellos trataban de ayudar lo más que podían, lavando los platos, barriendo la cocina luego de comer o haciendo la comida, Hakkai se llevaba muy bien con papá, quien siempre había querido un hijo varón, le hablaba sobre cómo lo que hacía su hermano Taiju estaba mal y que debía proteger a Yuzuha siempre. Ella por su parte se volvió muy fan de los baños, una vez que descubrió la bañera y los aceites esenciales de mamá, adoraba tomar baños de vez en cuando, mi mamá muchas veces se ofrecía a lavarle el cabello o a peinárselo, no me molestaba pues aun lo hacía conmigo también. Los hermanos de volvieron casi parte de la familia y venían a casa muy seguido los últimos meses, varias noches se escapaban de su casa y venían a dormir a casa. Yuzuha se acomodaba a mi lado y Hakkai y tenía su lugar en el sofá. Yuzuha y yo nos volvimos buenas amigas, pásabamos las tardes juntas o hacíamos pijamadas seguido. Me gustaba su compañía y la calidez de sus abrazos.

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