XXVI: "La mejor de las navidades"

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Hace un año atrás las cosas habrían sido diferentes. Louis estaría corriendo por la casa con los nervios a flor de piel, y por consecuente, el resto de los integrantes de la familia estarían igual de alterados. Sin embargo, este año vino cargado de muchos cambios y revelaciones, dando un rumbo totalmente inesperado.

Un año atrás, Louis estaría intentando cambiar todo de si mismo para impresionar a personas que no se lo merecían. 

Hoy, en cambio, estaba horneado galletas con sus hijos menores a la espera de que su alfa e hija mayor llegaran del aeropuerto, lugar a donde habían ido a recibir a sus amigos.

Esa noche sería de nada más que tranquilidad, convivencia con la familia que realmente consideraban como tal y nada más que buenos deseos.

Habían despertado a media mañana, Louis recibiendo muchos besos y felicitaciones por su cumpleaños. Se había levantado, le había dado el pecho a su bebé de ahora 5 meses y así en pijamas, bajó para recibir el desayuno que sus cachorros le habían preparado.

Estaban en armonía y eso era lo que importaba porque al fin y al cabo, las festividades de este tipo eran para disfrutar y relajar un poco lo ajetreado del año, no para sumar dolores de cabeza.

Por lo que, cómo habíamos dicho, ahora estaba en la enorme cocina de su casa esperando que las galletas salieran del horno. Ares amasaba la próxima tanda mientras Apolo decoraba las que ya estaban un poco más frías. Por otro lado, Artemisa estaba sentada en su sillita especial chillando en alto cuando sus hermanos pasaban a su lado o su mamá Lou besaba sus mejillas.

Eran solo ellos y así estaba bien.

—Mami, creo que Artemisa necesita un cambio —Ares frunció el ceño con gracia mientras olisqueaba el aire.

Apolo asintió de acuerdo sin dejar de decorar una galleta en forma de muñeco de nieve.

—Cuiden que las galletas que están en el horno no se quemen —Louis rodó los ojos antes de tomar a su hija con suavidad y encaminarse a su habitación.

Una vez allí, depositó a Artemisa sobre el cambiador y quitándole las capas de ropa se concentró en limpiar bien todo.

—¿Quién es la hermosa bebé de mami? tú eres mi bebé... —Louis hacía muecas y besaba la pancita de Artemisa deleitándose con las sonoras carcajadas de la niña.

"¡Tíos!" escuchó como su hijo omega chillaba desde el salón. 

—Papá, Atenea y los tíos deben haber llegado —le dijo a Artemisa mientras abrochaba su camperita de lana— vamos a verlos... ¿quieres conocerlos, amor?

Zayn y Steven no habían podido llegar antes a Londres, unos asuntos pendientes los habían dejado atrapados en Nueva York, por lo que todavía no conocían en persona a la nueva integrante de la familia. Por supuesto que Louis había enviado muchas fotos y habían hecho videollamadas pero no era lo mismo.

—¡Pero mira que bonita eres! —Zayn chilló emocionado en cuanto vio a la bebé.

Artemisa en un principio estaba desconfiada, se negaba a despegarse de su mamá, pero cuando sintió el aroma de sus hermanos sobre el de ese omega, la confianza regresó un poco y tentativamente estiró sus bracitos así él.

Zayn la cargó emocionada y pronto Steven estaba a su lado jugando y haciéndole morisquetas a la niña. Artemisa rio, fuerte y claro, y toda la habitación se alegró con ella.

—¿Necesitas ayuda en algo, amor? —Harry llegó por detrás y abrazó con fuerza a su omega.

—Estamos bien, creo que voy a tener que terminar las galletas yo solo —se resignó cuando notó como sus hijos se sentaban en medio de la sala y tomaban los juguetes de Artemisa. Porque sí, sus cachorros amaban jugar con su hermana.

¿Se agranda la familia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora