XIII: "Inseguridad"

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Cuando menos lo pensaron los cinco meses de gestación habían llegado. Louis estaba feliz, realmente amaba estar embarazado y tener en sus manos la posibilidad de que su familia se expandiera pero no estaba nada contento con los cambios que su cuerpo estaba atravesando.

Siempre aceptó que no era como los demás omegas, esos que salían en las películas o que dominaban las pasarelas de moda, nunca fue algo que le causara problemas. Sin embargo ahora, que sus caderas se habían ensanchado el triple de lo que normalmente eran, su cara se había redondeado producto de los kilos de más que empezaba a adquirir, estrías decoraban sus muslos y vientre y su pecho empezaba a hincharse; la inseguridad salía a flote.

Estaba parado frente al espejo de cuerpo completo de la habitación que compartía con su alfa, nada más que unas finas bragas de algodón cubrían su anatomía. Paseaba su mirada por cada rincón de su cuerpo, haciendo muecas de vez en cuando al notar aspectos que él mismo consideraba desagradables.

Pero no lo malinterpreten, amaba a cada uno de sus cachorros, incluyendo al que venía en camino, pero nunca fue demasiado fuerte frente a los cambios. Su mente lo torturaba con frecuencia, aunque se haya querido convencer de que supuestamente había superado este tipo de cosas hace años.

Estaba tan concentrado en si mismo que no notó cuando Harry ingresó a la habitación. El aroma a tierra húmeda se intensificó en cuanto el alfa divisó la situación.

Rápidamente, dos grandes manos cubrieron su vientre y los ojos de su esposo se conectaron con los suyos por medio del espejo. 

Se dejó caer contra su pecho con el aroma fuerte cubriendo el de la lavanda. Suspiró en el proceso mientras permitía que su mirada cayera al borde de su vientre, ya que le costaba ver las puntas de sus pies. Una extraña vocesita se instaló en el fondo de su mente, repitiendole una y otra vez lo asqueroso que era.

—¿Qué sucede, pequeño? —murmuró Harry todavía dejando pequeñas caricias sobre él pero sin despegar sus miradas.

—¿Todavía te gusto? —la voz salió como un fino titubeo.

—Siempre. Eres el omega más hermoso que alguna vez podría haber existido y eres mío.

—Pero ahora estoy gordo y feo —sollozó— lleno de marcas, mis pechos duelen y mi cara parece un pan.

Harry lo cargó entre sus brazos, el vientre más grande siendo un pequeño impedimento pero nada que no pudieran resolver. Los dirigió hasta el nido de Louis, dónde lo recostó y se quedó arrodillado fuera de el.

—Puedes entrar, alfa —murmuró Louis con pesar mientras se limpiaba las lágrimas.

Ahora con el permiso de su omega, ingresó al nido y posicionó su cuerpo sobre el más pequeño. Comenzó a repartir diminutos besos por la cara, el cuello, la marca, las clavículas, el pecho y todo lo que se encontrara a su alcance.

Louis solo se dejó hacer mientras soltaba imperceptibles ronroneos que eran opacados por las continuas lágrimas.  

—En primer lugar, no estas gordo, estás lleno de mi cachorro —Harry dejó de besarlo para mirarlo fijamente intentando trasmitirle todo el amor que abarcaba su corazón— y en segundo, no eres feo, eres el omega más hermoso del mundo. No me importa tu aspecto físico, lo bello lo llevas en el alma, aunque realmente eres un dios demasiado caliente. 

Louis ahora si lloró más fuerte mientras rodeaba el cuello de Harry con sus brazos, el alfa manteniendo sus codos a los costados de la cabeza para hacer de soporte y no aplastar el vientre.

—Te amo, alfa...

—Te amo, mi omega. Recuerdalo siempre porque en esta y en todas las vidas siguientes lo voy a seguir haciendo.

¿Se agranda la familia?Where stories live. Discover now