"Ah, sí" Louis comenzó a levantar las cosas de la mesa y a llevarlas al lavabo, mientras seguía conversando conmigo. "En una semana estoy saliendo para Paris" Si llegaba a decirme lo que yo creía que iba a decirme podría desmayarme ahí mismo. "Allí hay un orfanato de un gran amigo mío, el Obispo Horan" Guardó la mermelada en el refrigerador y se giró hacia mi, apoyado en la mesada. "¿Qué te parece, Harry? ¿Vienes conmigo a Paris?"

Dejé caer el plato que tenía en mis manos. No podía creer lo que acababa de escuchar. Mi cerebro se emocionó tanto junto conmigo que dejó que mis manos hicieran caer aquello. Miré hacia el suelo y comencé a juntar con mis propias manos todo el desastre de vidrios. "Ay, yo...lo siento tanto, Louis..." Tartamudeé desde el suelo.

"Por favor, Harry" Se agachó a mi lado, haciéndome soltar los pedazos de vidrio que tenía en mi mano. "¿Te lastimaste? ¿Te has cortado?" Yo negaba con la cabeza mientras él revisaba mis manos. Me miró "¿Tienes fiebre?" Y soltó una risita para hacerme sentir mejor y sin culpa por haber roto aquel plato que seguramente era muy costoso. La forma en que él temía que yo me hubiera lastimado, y luego cuando se cercioró de que yo estaba bien e intentó hacerme reír preguntándome si tenía fiebre sólo porque tal vez me había cortado...

Otra vez estaba haciéndome sentir humano una vez más. Otra ves ese hombre parecía hacerme recordar que yo seguía vivo.

Sin pensarlo, lo abracé. Lo rodeé con mis brazos y lo apreté como si fuera lo único en la Tierra de lo que podría aferrarme. Una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo cuando nuestros cuerpos se tocaron, y fue más intensa cuando Louis me devolvió el abrazo.

Su abrazo me hizo sentir tan bien, que si pudiera pedir un deseo, un último deseo, tal vez sería el de morir en sus brazos...

Bueno, quizá ya estaba exagerando. Pero, en serio, si alguien supiera lo que se siente cuando Louis te abraza...tal vez pensarían lo mismo que yo.

"Gracias, Louis. En serio, gracias" Le susurré en el oído durante el abrazo. Él me soltó y se rió dulcemente.

"¿Gracias por qué?" Me miraba con una notable confusión. Y entonces yo ya me había arrepentido de ser tan débil y de abrazarlo como un niño tonto y de decirle gracias y ahora...¿por qué le había agradecido siquiera? No sabía, simplemente sentí que se lo merecía.

Agradecí ser algo bueno inventando cosas (bueno, olvídense lo de la cola del gato) "Por haberme ayudado, porque realmente lo hiciste" Sus labios se curvaron en una sonrisa y pasó su mano por mi mejilla. Él realmente lo hizo. Louis me miraba como si fuera un milagro y eso me dejó perplejo. Yo sólo lo miraba con mis ojos verdes bien abiertos, sorprendido ante semejante muestra de afecto. Y cuando él notó mi expresión de sorpresa y confusión, fue cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Él sólo me había tocado la mejilla, sí, pero para su religión seguramente significaba una abominación, algo prohibido para un cura, para un hombre de Dios.

Carraspeó y se alejó de mi dando varios pasos atrás. Ni siquiera disimuló su arrepentimiento. "No tienes que agradecerme" Me sonrió fugazmente y bajó la mirada al piso. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, seguramente dirigiéndose a la iglesIa. Antes de salir por la puerta me regaló una última mirada, y eso fue todo lo que necesité para saber que algo le sucedía. Louis tenía su propia lucha interior, no era un señor perfecto, feliz y satisfecho con su vida. El hecho de saber que Louis podía llegar a estar atravesando por un mal momento me hizo recordar lo injusta que era la vida con todos (incluso con los bueno que no lo merecían).

Algo hizo recordarle su sufrimiento. ¿Algo que yo hice? ¿Algo que le dije?

No sabía cómo, pero quería ayudarlo.

"Perdóneme, Padre. He Pecado" (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora