[VI] Intenciones encubiertas

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Este día no se podría poner más loco.

Mmm... Pensándolo mejor, no tentaré al destino.

—¿Y ahora qué?—Miiko se había quedado en la sala de cristal junto con Leiftan y los tres jefes de guardia, mientras que prácticamente nos habían echado a Kero, Ykhar y a mí.

—Ha sido un día largo, deberías de ir a descansar— Aconsejó Kero con una mirada comprensiva. 

—¿Hay algún lugar donde pueda quedarme?

—Oh, creo que no tenemos habitaciones desocupadas por el momento— Dijo Ykhar con gesto pensativo. —Las pocas disponibles están en mantenimiento. 

Vaya, mi suerte no hace más que mejorar.

—Podrías quedarte otra noche en la enfermería, no creo que a Eweleïn le importe—Comentó el de cabellos oscuros encogiéndose de hombros. Descansar en la enfermería no sonaba tan mal, era preferible a otra noche en el calabozo.

—O puedes quedarte conmigo en mi habitación—Ofreció Ykhar con una sonrisa tímida.

—¿No te molesta?—Cuestioné sorprendida por su amabilidad. Apenas habíamos intercambiado unas palabras en la cantina, pero estaba dispuesto a compartir su habitación conmigo.

Creo que no todos aquí son tan malos como inicialmente pensé.

—¡En absoluto!—Seguí a Ykhar hasta su recámara, la cual estaba relativamente cerca de la sala de cristal.

Algo que noté en el camino era que todas las habitaciones tenían un símbolo sobre las puertas, de entre los que sobresalen habían un par de espadas, una flor y unas alas.

Sobre la puerta de Ykhar había una de esas plumas con las que se escribía en la antigüedad.

Me preguntaba si eran símbolos al azar o tenían relación con el dueño de dicha habitación. En todo caso, era un lindo detalle.

El cuarto de Ykhar estaba repleto de libros, prácticamente había libreros en lugar de paredes. También había pequeñas montañas de libros en el suelo, pues eran demasiados.

Pasee curiosamente frente a los libreros y pude reconocer algunos de los títulos: el principito, cómo matar a un ruiseñor, el arte de la guerra e incluso crepúsculo. Toda una variedad.

—Gracias por dejar que me quede contigo Ykhar— Le agradecí a la de cabellos naranjas mientras que me sentaba tímidamente en la orilla de la cama. — Eres muy amable.

—No es nada—Ykhar se sentó en el apretujado escritorio que tenía dentro de su habitación. Ella sacó algunos papeles de su mochila y los guardó en un cajón bajo llave, lo que me recordó que ella también era miembro de la Guardia Brillante.

—Por cierto, ¿Cuál es tu trabajo en la Guardia?—Por lo que he visto hasta ahora, Ykhar parece ser una persona sumamente organizada y bien informada. Imagino que debe tener un papel importante en dicha guardia.

—Mayormente ayudo a Kero con la biblioteca y me encargo del papeleo de la Guardia.

—¡¿De toda la Guardia?!— Ykhar asintió con la cabeza orgullosamente. — Wow, deben de pagarte una fortuna.

—Ni tanto— La chica soltó un suspiro y se puso de pie para dirigirse a su pequeño armario conformado por vestidos de colores cálidos únicamente. —Hay trabajos mucho más importantes que el mío, como el de Leiftan o Jamón.

Y sin embargo, podía apostar que sin Ykhar o Kero en la Guardia sería un caos total. No debían de subestimar su trabajo.

—Ykhar, ¿puedo preguntar qué tipo de faerie eres?—Lo único que distinguía a Ykhar de un humano eran las orejas de conejo que sobresalían de su cabeza, pero no tenía idea de la raza a la que podía pertenecer. 

Remordimientos tardíos; EldaryaWhere stories live. Discover now