[ III ] Bienvenida a Eldarya

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—¿Pudieron encontrar alguna pista? —Miiko vigilaba el cristal mientras leía el reporte del más reciente ataque de Askhore, el infame hombre enmascarado que siempre estaba un paso delante de ellos.

—Me temo que no—Leiftan la acompañaba en la sala de cristal, él fue quién le informó de la última hazaña de Askhore. —Pero pudimos comprobar que el testimonio de Eliksir fue verdadero, la cerradura de su celda fue forzada desde el exterior.

Los jefes de Guardia habían reportado que Ashkore se paseó por el cuartel después de medianoche y procedió a herir a Eliksir, quién se encontraba en las celdas.

A Leiftan casi le daba algo al enterarse.

Cuando viera a Ashkore, le cuestionaría al respecto.

—¿Quién es "Eli-no sé qué”? —Se preguntó la kitsune.

—La chica que encerraste en la prisión—Le recordó el lorialet tratando de ocultar su irritación.

—Ah, la humana...—Miiko le devolvió el reporte escrito a Leiftan con repentino desinterés y continúo observando el cristal.

Él no entendía cuál era su problema contigo, ni siquiera te conocía y ya parecía odiarte.

—¿No vas a preguntar cómo está?

—No es mi problema lo que le suceda—La kitsune se encogió de hombros.

Leiftan sospechaba que había algo más que le molestaba. No era normal en ella mostrarse tan cerrada.

—Miiko, no puedes ignorarla para siempre—Declaró Leiftan con semblante serio. No iba a permitir que se saliera con la suya y dejara a esa pobre humana a su suerte.

—¿Por qué no? —La kitsune no entendía porque Leiftan la molestaba con lo mismo. Desde que se encontró con la humana no había hecho más que defenderla.

—Esa chica no tiene ni idea de lo que está pasando, al menos podrías mostrarte un poco más comprensiva.

—No podemos desperdiciar tiempo resolviendo la vida de una humana, en este momento debemos de concentrarnos en proteger el cristal—La líder de la Guardia ya tenía demasiado en su plato como para también cuidar de una terrícola que tuvo la mala fortuna de llegar a su mundo. —Sigo sin entender cómo es que Ashkore siempre consigue penetrar nuestras defensas y escapar como si fuera juego de niños...

Si el hombre enmascarado seguía así, no faltaría mucho y el cristal sería destruido por su mano.

No podía dejar que eso pasara, había sido designada como la guardiana del cristal y como tal debía de protegerlo hasta el final.

—Sabemos de lo que es capaz Ashkore, Miiko—En la mente de la kitsune se presentaron caras conocidas que habían sido víctimas de ese hombre. Algunos eran inocentes y otros eran guardianes que peleaban por el honor del Oráculo y el cristal. —Esta vez fue solo una advertencia, pero la próxima vez podría matarla... Ella no merece sufrir por nuestra cuenta.

La consciencia de la kitsune empezó a sentirse pesada. La humana había resultado herida por su tozudez, fue un verdadero milagro que no haya terminado muerta como mencionó Leiftan.

—Muy bien, enviaré a Kero para que evalúe si es una amenaza o es bienvenida a nuestro cuartel—Al menos, así tendría una cosa menos de la que preocuparse. —Si resulta ser peligrosa o una buena para nada, no discutiremos más del asunto, ¿trato?

—Me parece justo—Finalmente. El lorialet se permitió sentirse aliviado tras haber logrado su cometido. —Le voy a informar a Kero.

Leiftan estaba a punto de salir de la sala, pero la voz de Miiko lo detuvo en seco. —¿Puedo preguntar por qué insistes tanto en defenderla?

Remordimientos tardíos; EldaryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora