Como si el muy maldito no estuviera usándolo como un reposabrazos.

Ow —Maisie hizo un ruidito extraño y sonrió, acercándose hasta tomarle de la muñeca—. Vamos. Les mostraré su habitación.

Malcolm no pudo reaccionar cuando ella ya había empezado a caminar tirando de él y, por consiguiente, de Reese.

«¿Su...?»

Ella seguía parloteando entre risas, y Malcolm echó un vistazo atrás, repentinamente demasiado alerta de una situación que no acababa de entender y no dejaba de parpadear en su cabeza, esperando encontrar una expresión al menos un poco similar a su propia confusión en el rostro de su hermano mayor.

Pero Reese sólo parecía estar aguantando apenas una sonrisa burlona cuando lo miró, y si Malcolm no estuviera siendo prácticamente arrastrado por alguien más fuerte de lo que aparentaba, quitándole la posibilidad de hacer nada, le habría dado un codazo como mínimo.

Sin embargo, no pudo hacer más que mirarlo mal desde su posición en el extraño trenecito humano que no dejaba de serpentear por estancias y pasillos.

La casa tenía los techos más altos que había visto en una, y parecía completamente hecha a base de madera; desde el suelo hasta el techo, pasando por los muros y las molduras en ellos, a Malcolm le pareció que era como una como una casita de muñecas.

Una gran casita de muñecas. Con amplios ventanales y muebles de apariencia mullida aquí y allá.

—Mis padres vendrán en una o dos semanas, así que debería haber provisiones de casi todo en general —comentó ella mientras atravesaban la cocina.

«Creo que es más grande que el departamento», pensó impresionado sin evitar sonreír luego de notar la embobada manera en que los ojos verdes de Reese siguieron pegados a la zona antes de perderla por completo al llegar a las amplias escaleras.

—¿Siempre vienen aquí? —preguntó, intentando no ser grosero por no haberle dicho nada casi desde que llegaron.

—Sí..., bueno, digamos que se ha vuelto un poco como una tradición, pero siempre quise traer amigos aquí yo sola, y no había podido hacerlo antes porque mi familia suele llegar acá apenas iniciar el verano, así que, como mis padres están de viaje por unos días, me pareció la oportunidad perfecta —explicó.

Malcolm asintió en respuesta, y, antes de que se diera cuenta, Maisie había parado frente a una de las puertas cercanas al fondo de la segunda planta, soltando su muñeca para abrirla.

Era una habitación tan amplia como el resto de lugares en la casa. Había unas puertas corredizas de cristal que daban a un pequeño balcón con un par de sillas, y un baño completo conectado a la recámara por medio de una puerta de madera. Frente a la cama había una especie de tocador con cajones amplios y una televisión encima, unos cuantos libros sobre repisas enmarcándola a cada lado y un par de lámparas de pared. Honestamente, a él le pareció bastante bonita para ser algo que utilizaban apenas cada verano.

—Espero que se sientan cómodos aquí —sonrió—. Stevie y yo nos quedaremos en una de las de abajo, pero pueden decirme si hay algo que no les guste y lo arreglaremos, ¿de acuerdo?

Malcolm la miró contrariado.

Le parecía extraño que fuera sólo una habitación, pero no era como si pudiera quejarse de todos modos.

—Está bien, no tienes que tomarte tantas molestias...

Ella negó con la cabeza, agitando unos cuantos rizos que habían quedado fuera del moño sin querer.

Serotonina [Wilkercest]Where stories live. Discover now