17. El Ahora.

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¿Cómo iba a saber que la vida se estaba acabando,
cuando todo se me desdoblaba en su más indescriptible e interminable belleza,
cuando los laberintos oscuros de ayer,
por fin eran desmoronados con el suspiro de tu aliento;
si el mañana guiñaba cómplice entre las plumas iridiscentes del tiempo,
y el presente se recostaba en las espaldas de una rosa inmarcesible?

¿Cómo podría saber que me dejaba la vida,
sumergido en la vida que siempre había deseado vivir,
arrinconado en calmas nubes de tu perfume fragante que acarician como huracán,
que se deslizan con delicada tortura,
despertando fiebres, tremores y cataclismos;
y que se deleitan en el desamparo sádico de delicias?

¿Cómo, cuándo y por qué debería siquiera haberlo considerado:
entumecido, embotado, en plena catatonia
y languideciendo a cada instantecomo signo de nuestro impostergable sino apoteósico,
la fábula endeble fuera de su resplandeciente interioralimentado con el ondulante estímulo,
etéreo amor?

Quien me hubiese pretendido soslayar el sueño feliz de la ignorancia,
habría tenido que destruir los demonios que me aprisionaban en esa inmunda utopía;
hipnotizado hábilmente, recorriendo tus largas canas y abrazando tus plañidos fermentados;
ahora reliquias erosionadas, relojes de arena reventados,
habría tenido que arrojarme de vuelta al infierno que llamamos El Ahora.

CrisálidaWhere stories live. Discover now