12. Profundo.

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No me hablen del mar,
si no han conocido la profundidad de sus castaños.

Son como puertas místicas,
preámbulo de jardines oníricos,
precipicio a la calidez indecible.

Es embrujo que traspasa mi carne
y eco de un beso que retumba en las cavernas:
una laguna de fondo inescrutable
que danza grácil,
donde la melancolía se descoce
sin relámpagos premonitorios.

Tiemblan mis cimientos al saberme reflejado en el muro invisible de sus adentros;
en tales cúpulas,
retazos de sol,
que capturan mi alma embelesada,
abstraída hasta la playa suya.

CrisálidaWhere stories live. Discover now