UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}

"Soy un Monstruo".

  𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 20.
"𝐒𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨".

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Los vestigios del invierno aún podían visualizarse en las pequeñas esquinas del lugar. Una brisa estridente en el seno de la ciudad, las nacientes hojas de la mayoría de los árboles del parque todavía combatiendo contra un invierno que se resistía a marchar, los vestuarios de los transeúntes, que reflejaban la bipolaridad de un clima soleado y, de manera simultánea, portador de una fría brisa, que lograba atravesar las capas de piel. Mikasa no era diferente a los demás que pasaban por la gran alameda y la plaza. Ella misma usaba una larga gabardina negra, un suéter marrón, y unos jeans igualmente negros que sus botines y gabardina. Suponía un cambio verla de aquel modo, puesto que al principio no se había animado a vestir decentemente, ni salir de casa, después de lo ocurrido había permanecido la mayoría del tiempo en su habitación, sin comer, sin ánimos, sin deseos de moverse, sólo había querido descansar y mirar las paredes de su habitación. Después de haber salido del centro, siguió repitiendo el usual estilo de vida que le habían dado. Se encerró a sí misma en su propio hogar, y vivió como sólo sabía vivir.

Una prisionera.

La situación era bastante compleja de explicar. Mikasa nunca había creído que terminaría en una casa espaciosa, viviendo sola. Una propiedad comprada con los ahorros de Eren, ahorros que habían sido entregados a Jean para que este se encargara de Mikasa cuando Eren no estuviera. De hecho, fue él quien se encargó de todo el trámite de la compra. Mikasa, cuando salió del centro psiquiátrico, se sorprendió de tener una vida arreglada. Jean se había encargado de cumplir palabra por palabra de Eren, incluso sin que Mikasa supiera. Por fortuna, eso le benefició en muchos aspectos. Sin interés de comenzar una nueva vida tras tres años de terapia y de vivir en una espesa y densa residencia, no había podido pensar en qué hacer después de salir. A pesar de que se habían encargado de arreglar su mente, y en cierta medida lo habían conseguido, una parte de ella nunca mejoró. 

Aquella parte. 

El día de salida fue más duro de lo que alguna vez pensó. Era una especie de hogar, vivía tranquila y no tenía que preocuparse de su nada. En cambio, una vez fuera tendría que comenzar a vivir por ella. Estaba sola, y la melancolía le atacaba con menor compasión a cada paso que daba fuera del centro. Con las tripas movedizas y el corazón apagado, Mikasa, quien no esperaba ver a nadie a la salida, se encontró con Jean. Al principio creyó absurdamente que se trataba de una coincidencia, y que Jean no la notaría. Sin embargo, pronto sintió que él no le despegaba la mirada y que se acercaba a paso lento. Entonces, en vez de sentir pánico y terror, como muchas otras veces, cuando había sido enviado por Eren a cuidarla, sintió una emoción paralizante, la más fuerte en aquellos tres últimos años. Sintió impulsos de abalanzarse, pero pronto, no obstante de su alegría al ver un rostro conocido, reprimió sus deseos y no los demostró. Ella nunca aprendería a demostrar con su cuerpo. Sin embargo, en esta ocasión, le devolvió una larga mirada a Jean y se le escapó una diminuta sonrisa mientras sentía un calor en su pecho, un alboroto, que borró de inmediato.

Durante el camino de regreso a lo que, en ese entonces Mikasa no sabía, sería su actual casa, él se dedicó a explicarle con lujo de detalles lo que había ocurrido en esos años, con un tono impersonal y monótono, como si estuviera obligado a contarle. 

Hasta ese entonces, Mikasa no sabía nada de Eren, en especial porque en el hospital no le habían permitido tener contacto con el mundo exterior, menos información respecto a su abusador. Cuando fue trasladada al centro, Mikasa no hizo amigos, no utilizaba teléfono, no obtenía información, y se fue volcando cada vez más en su imaginación, en cómo sería hipotéticamente la vida de Eren en la cárcel, en si cabía la posibilidad de que Eren pensara en ella mientras se encontraba en la celda, en la cama, en el baño, en el comedor, en cada rincón, tanto como ella continuaba pensando en él.