¡Bajen esas putas armas!

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 18.
¡𝐁𝐚𝐣𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐚𝐬 𝐩𝐮𝐭𝐚𝐬 𝐚𝐫𝐦𝐚𝐬!
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En el regazo de Mikasa descansaba un vestido blanco con mangas de farol, cuello de tortuga y de algodón, no tan largo pero tampoco tan corto, ideal para usar con una holgada chaleca de lana encima. Eren se encontraba en el vestidor, probándose el traje de seda y encaje que había sido encargado a la modista de confianza. Mikasa estaba ansiosa, demasiado para su gusto, porque nunca había salido de casa en su país natal luego de haber sido secuestrada y buscada por la policía, menos junto a Eren para probarse y comprar juntos un vestuario. Había salido en Francia, por supuesto, pero había usado una peluca y un maquillaje que la volvían irreconocible en un país donde tampoco debían saber de su existencia. Pero en esta ocasión era diferente. Le quedaba poco, sabía que el tiempo con Eren se reducía a cada segundo y eso ahora mismo la estaba inquietando. La señora de la vitrina no paraba de mirar hacia ella, con el vestido sobre sus piernas,  quieta, espalda recta y sin saber que hacer mientras esperaba a Eren. Pensó que de algún modo su comportamiento daría luces de que algo no andaba bien, pero trató de restarle importancia a la mujer y concentrarse en esperar.

Eren había hablado de una cena en la tarde. Mikasa no lo tomó en serio, porque no acostumbraba a ese tipo de muestras por parte de Eren. Le preguntó el motivo de ese repentino deseo, pero claramente sin indagar demasiado. Eren le explicó que en esos días fuera había desarrollado una apremiante necesidad de pasar con Mikasa una velada como las personas normales generalmente hacían en ocasiones.

—Siento que se me está acabando el tiempo —le había confesado, y Mikasa sintió que se le detenía el corazón en ese preciso instante.

Al día siguiente, luego de una breve conversación en el desayuno, Eren le indicó que se vistiera. Mikasa no sabía el por qué, pero no dudó en levantarse y dirigirse al armario para elegir algo que ponerse. Mientras escogía el atuendo que más se asemejaba a su estado de ánimo, trataba de hallar respuesta a la petición de Eren. ¿Por qué debía vestirse? Nunca había habido la necesidad de escoger un atuendo sólo para quedarse en casa, no, excepto en Francia, cuando tuvo que salir del hotel. Pero no creía que Eren pensara en sacarla.

Claro, pero después cuando bajó y Eren le ordenó que aguardara en el auto, comenzó a pensar que, en efecto, la iba a sacar. Pero, ¿Dónde? ¿Por qué no le había insistido en maquillarse o ponerse la peluca para quedar irreconocible, ahora que de verdad necesitaba pasar desapercibida? Transitó lo peor por su mente. ¿Y si Eren planeaba deshacerse de ella? Lo creyó, pero lo eliminó de inmediato al ver que Eren no la trataba con desdén, enojo, o ira, y que estas emociones en él eran difíciles de ocultar.

Se entretuvo con la vista delantera del panorama mañanero, casi vacío. No había personas transitando por las calles con el manto de neblina y el penetrante frío que hacía, y la poca gente que caminaba por ahí Mikasa no podía verles la cara. Creyó que Eren había estimado no necesario ocultar a Mikasa en una mañana tan desolada. Esto la mantuvo tranquila en el camino. Y al comenzar a dibujarse en su vista la silueta de un establecimiento tipo boutique, con paredes de hormigón blanquecinas y una gran puerta en el centro de cristal, lo restante de esa fatigosa ansiedad que le quedaba fue desechada.

No obstante, regresó. Porque la calma nunca estaba completamente de su lado.

—¿Qué te parece? —le preguntó él, saliendo del vestidor con el traje puesto. Se veía bien, exquisitamente bien. La apariencia de un reconocido CEO millonario le trasladó por momentos a un escenario donde ella era una de las protagonistas de esas revistas, o incluso teleseries, donde el marido adinerado le hace una simple pregunta a su esposa sobre su apariencia. Y no pudo resistirse a admirar la realidad. Porque Eren era bello, una belleza difícil de describir, atractivo, peligroso, un animal complejo, enrevesado, que puede despellejarte con sólo el deseo de querer hacerlo. De tez cálida, cabello castaño, largo, ondulado, ojos de felino, verdes, hombros amplios, abrasadores, manos grandes, que inspiran miedo, que inspiran ganas de arropar.

UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}Where stories live. Discover now