Un Recuerdo.

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 13.
𝐔𝐧 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨.

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Por medio de los vidrios traslúcidos de los ventanales, la complexión de Armin era vislumbrada por tres hombres que charlaban entre sí acerca de la fila de tributos que esperaban en una especie de turno por conseguir atenderse con la cabeza de la administración mafiosa. Armin se esforzaba por sostener la postura recta, cuidada y simétrica, mientras el semblante inexpresivo acentuaba esa percepción externa de seguridad. La verdad, el frío le escocía la punta de la nariz y le inducía un temblor que, motivado por la tensión de la ocasión, se notaba ligeramente. Pero no quería mostrarse débil. Los temblores podían ser fácilmente interpretados como miedo y nerviosismo, lo cual no estaba lejos de la verdad, y eso traería problemas al ser visto como una presa sencilla de abatir. En su vida había tenido el corazón brincando en su pecho como un animal encolerizado, vibrando con cada nervio de su cuerpo. Al menos, no era el único en la fila de hombres. Al segundo de ellos parecía costarle respirar, pues el pecho le subía y bajaba vergonzosamente visible. Armin se sintió muy mal por él. Aunque no entendió el motivo de por qué estaba ahí entonces, ofreciéndose como tributo, si le temblaba hasta el ánima.

Tenía la seguridad de que ninguno había sido enviado a una misión secreta, lo cual, en algún punto, subrayó sus nervios, pero lo tranquilizó a la vez.

Había ensayado diariamente el mismo discurso. Enviado de Reiner como tributo, líder mafioso encargado de exitosamente enviar a menudo tributos que trajeron prosperidad al imperio mafioso. Viene sirviendo desde los años 2000, y en la actualidad continúa en auge. Armin debatía consigo mismo, si esto era cierto, no imaginaba cómo había podido sostener la fachada intacta de un buen líder mafioso por tantos años, sin exponer su verdadera cara de poli. Si bien había trabajado de la mano de la justicia y la mafia, y había infiltrado a distintos policías antes, ninguno había sido enviado a una misión del calibre como la suya. Quizá por esto no había sido pillado, estimó el rubio.

Mientras buscaba amparo en sus pensamientos, y en la repetición exhaustiva del discurso que diría cuando fuera su turno, el ventanal fue abierto por uno de los hombres de contextura gorda y altura considerable. Armin esperaba hombres gordos y bajos, como había revisado constantemente en las películas o libros, no obstante, se llevó una impresión al encontrar los tres hombres altos, uno en un estado de sobrepeso evidente, y dos delgados que se veía a leguas que se ejercitaban. Uno de ellos era especialmente joven, con sus facciones limpias, la piel amarillenta pastel, y el cabello negro bien cepillado. El hombre gordo se acercó al primer tributo de la fila. El chico lo recibió con actitud impávida.

—¿Tu nombre? —preguntó de un modo que Armin no se esperó. Mostrando efectivamente interés, pero utilizando aquel interés para al mismo tiempo demostrar petulancia y apreciación peyorativa.

—Albert Müller —dijo él con voz plana—. Tributo de Henry Fischer, veterano de guerra que lleva sirviendo a esta mafia desde su retiro.

—Fischer… quien nos debe millones en mercadería. ¿Ese Henry Fischer? —cuestionó, a fin de inquietar al joven hombre. Una daga cercenando la lengua de Albert con admirable destreza, y consiguiendo que el hombre se decantara por asentir con la cabeza cohibido—. ¿Y así puedes presentarte como su tributo? Te recomiendo la opción fácil. Coger un arma y volarte la cabeza. Antes de que yo lo haga en tu lugar.

Reunidos en torno al espectáculo lacerante, miraban la escena con timorato, o eso le pareció a Armin, ya que él mismo se sentía ahorcado por la deplorable escena. Entretanto pensaba que faltaba cada vez menos para tener que enfrentar al mismo hombre que todos observaban pacatos. Armin rogó para que Reiner no tuviera antecedentes negativos con la mafia como ese tal Henry.

UNDER YOUR SKIN. {EREMIKA}Where stories live. Discover now