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Dos horas después de Jungkook le dejara, Jimin se unió a SeokJin la planta baja para el cambio de guardia.

—NamJoon está arriba – le dijo Jimin.

—Genial –gruñó SeokJin. Empezó a subir los escalones, cada crujido del cristal le llevaba más cerca de otro enfrentamiento con Jungkook, a una noche de dormir con su amante justo al lado y sentir que había un extraño en su cama.

Cuando llegó a lo alto, tomó una respiración profunda para tranquilizarse. Cada vez era más difícil frenar la creciente rabia. Había tenido dos horas para pensar en nada más que todas las veces que Jungkook debía haberle mentido para evitar ser atrapado, todas las veces que habían hablado de su tiempo en Miami, Jungkook debía haber estado buscando información.

Todas las veces que Jungkook simplemente le había mirado a los ojos y mentido.

Su fiesta de veinte años. Había visto a Richard Burns allí, y ahora sabía exactamente donde había desaparecido Jungkook. No había estado cogiendo esa maldita orquídea de su coche. Dios sabía lo que habían estado discutiendo. Cerró los puños y se detuvo en los escalones. Quería subir y golpear a Jungkook para sacarse la ira, para hacer algo. Y todo su cuerpo gritaba que tomara una copa. Vaciló, luchando contra el impulso de volver y servirse un whisky.

El tono retumbante familiar de la voz de Jungkook lo detuvo.

Jungkook y NamJoon estaban en el otro extremo del pasillo, fuera de la habitación que debía haber elegido HoSeok. SeokJin estudió la silueta de Jungkook en el pasillo oscuro. Parecía rígido y tenso. Hablaba usando las manos, pero nada del murmullo llegaba a sus oídos.

Maldita sea, Jungkook. ¿Por qué no podías haber hecho esto más fácil? ¿Por qué tenía que contarle la verdad sobre su misión? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no aferrarse a ello como decía que había querido en lugar de romperle el corazón? ¿Por qué tuvo que aceptar la misión? Tendría que haberse puesto firme y decir no.

SeokJin habría dicho que no, si sus posiciones hubieran sido a la inversa. Eso sí lo sabía. Nunca le habría escondido un secreto tan grande de Jungkook, no después de esa primera semana en Nueva York. La confianza era todo lo que habían tenido, y Jungkook la había usado, abusado de ella. Lo único a lo que Jungkook tenía miedo era a decir no a un conjunto de órdenes.

Jungkook bajó por el pasillo. Detrás de él, NamJoon apoyó la espalda contra la pared y se deslizó hacia abajo para sentarse. SeokJin suponía que era donde Jungkook había establecido el campamento también. Justo delante de la puerta de HoSeok, usando la sombra como cubierta, con una visión directa de la única salida. Se preguntó qué pensaba HoSeok sobre tener un guardia armado en su puerta, no ser de confianza sin un controlador encima de él.

Entonces SeokJin se dio cuenta de que sabía exactamente cómo se sentía HoSeok.

Jungkook se detuvo frente a SeokJin, ambos de pie en la puerta de la habitación que Jungkook había ocupado una vez. SeokJin apretó los dientes cuando se encontró con sus ojos.

—¿Quieres hablar? —Preguntó Jungkook—. ¿O todavía estás enfadado conmigo?

—¿No crees que merezco estar enfadado un poco más?

Los ojos de Jungkook buscaron el rostro de SeokJin, entonces entró en la habitación. Se quitó los zapatos, tiró de la camiseta sobre su cabeza y la arrojó a la mesa.

SeokJin le siguió, cerrando la puerta detrás de sí. Se aseguró de cerrarla.

—¿En serio vas a dejar las cosas así? —Dijo SeokJin, el tono bajo. Estaban en la habitación con las páginas pegadas a las paredes. Tenía confianza en el trabajo de Jungkook, no podían ser escuchados.

Situación Crítica || #7Where stories live. Discover now