Las palabras lindo, o tierno, u otras por el estilo, ciertamente no eran las que él acostumbraba utilizar al momento de hacer alguna descripción, y, no obstante, no habían dejado de rondarle la cabeza desde entonces. Porque, entre actitudes y gestos tan sencillos que no deberían significarle nada en realidad, Reese no podía evitar pensarlo ahora cada vez que presenciaba uno viniendo de Malcolm.

El problema en sí no era ese, sino que sabía que se trataba de algo afectándolo únicamente a él, aun sin comprender el qué.

Malcolm ni siquiera le había dado importancia a todo el asunto de la prenda, y, honestamente, tomando en cuenta que compartir cosas como su ropa era algo por demás común cuando eran niños..., él lo entendía.

Así que Reese se había decidido a hacer lo mismo.

Y, la verdad, según él lo había logrado bastante bien...

Al menos en principio, porque, horas más tarde esa noche, cuando ya había despertado de la larga siesta luego de que Malcolm lo obligara a moverse a la cama entre bostezos, con los adormilados ojos azules medio ocultos tras la espesa hilera de pestañas y sin mostrar ni la mínima intención de ponerse algo más para dormir mientras acababa prácticamente desmayándose apenas tocar el colchón..., el recordar (y entender) el comportamiento del par de niños antes sobre Malcolm usando "algo" aparentemente raro, le causó verdadera gracia.

Sin embargo, el gusto le duró más bien poco, porque, un buen rato después de que lograra dormir de nuevo, Reese había despertado a mitad de la madrugada con un montón de pensamientos que definitivamente no deberían atormentarlo de la forma en que lo habían estado haciendo desde entonces.

No por una imagen de Malcolm, al menos. No considerando que se trataba de su hermano menor; el mismo al que había visto antes de mil y un maneras diferentes mientras eran pequeños, y, sobre todo, el mismo que seguro intentaría golpearlo después de enfadarse y chillarle que era un pervertido si llegaba a enterarse.

Así que se repitió un millón de veces que no debía mirar demasiado a Malcolm, y tampoco comentar nada sobre la singular sensación que iba y venía junto a su vívida imaginación.

Porque la situación ni siquiera había vuelto a darse en la realidad como para que le afectara de ese modo.

Malcolm no había vuelto a hacerlo, y aunque Reese no deseaba nada más que preguntarle sobre esa tarde, al final nunca se atrevía por temor a empeorar los extraños sueños y alucinaciones en su cabeza.

Porque básicamente en eso se resumía lo que había estado pasando buena parte de sus días y sus noches desde aquella vez; la primera vez que soñó con dedos acariciando su cabello, piel suave deslizándose entre sus manos, y un bonito aroma a limpio llenando su nariz.

Y es que, de algún modo, la visión de Malcolm ahí en la cocina ese día, y las muchas otras que había estado acumulando desde el segundo en que pisó ese departamento por primera vez cuando llegó buscándolo, e incluso las que ya mantenía grabadas en su mente desde hacía años..., todas, juntas y por separado, habían empezado a aparecer más y más seguido en forma de sueños y recuerdos.

Era complicado. En definitiva, era difícil para él, aunque Malcolm parecía seguir como si nada...

Bueno, como si nada después de un par de días en los que se veía algo alterado también, aun si Reese no había acabado de entender el motivo detrás de ello.

Le gustaba pensar que era debido a que, a medida que se acercaban la temporada de exámenes y las vacaciones de verano, tenía cada vez más trabajo y presión de los otros estudiantes.

Después de todo, ya estaban bastante entrados en junio...

Por esa misma razón, ese día al llegar del trabajo le sorprendió ver a su hermano echado en el suelo con los ojos cerrados y no con un montón de papeles en mano como lo había estado haciendo toda la semana. Por un momento, Reese había pensado que estaba dormido cuando Malcolm no reaccionó ni para pestañear en el instante en que cerró la puerta detrás de él, pero entonces, mientras avanzaba con silente curiosidad, consiguió escuchar el bajo y casi imperceptible tarareo de la distintiva canción a la distancia, resaltando apenas por encima del increíble silencio absoluto del lugar.

Serotonina [Wilkercest]Där berättelser lever. Upptäck nu