CAPÍTULO 18. DÍMELO.

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Se dice que los sueños podrían ser pequeños fragmentos del futuro, esos lapsos de tiempo en que podemos observar una de las posibilidades ante una decisión, no necesariamente estamos hablando de una predicción exacta, porque no existe tal forma de predecir los eventos que sucederán en el mañana, por eso es que nunca hay que creer tanto en ellos, los sueños solamente proyectan lo que tú inconsciente desea, lo que sabe que pasará de forma lógica al tomar una decisión o tener presente algún miedo, la tranquilidad, la paz, creamos escenarios donde podemos ser felices, y eso mismo pasaba en esos momentos con Gulf. El paisaje era claro, estaban en el campo, el sol daba en su rostro de forma cálida, sonreía al sentirlo, abrió los ojos lentamente, al frente de él habían campos grandes llenos de girasoles, todos bañados con la luz del día, apenas iba amaneciendo, no sabía cómo, pero lo tenía muy claro, de repente algo se movió en sus brazos, bajo la mirada enseguida para ver un pequeño bulto envuelto en una mantita azul cielo, sobresalía una manita del tamaño de su pulgar, era tan pequeñita, destapó con cuidado la manta y un hermoso bebé de cabellos castaños lo miraba con cariño, delineó la pequeña naricita y dejó escapar una sonrisa cuando el bebé soltó una carcajada, sus bracitos se movían con alegría y apretaba su mano con fuerza.

El pequeño se agitó con una sonrisa dejando ver dos pequeños dientitos, lo acunó contra su pecho con cariño, y cerró los ojos un momento, de repente una sombra lo apartó de la calidez del sol, un poco molesto abrió sus ojos para subir su mirada al intruso, quién resultó ser su marido, quién le sonrió y se acercó al pequeño bebé en sus brazos, beso una de sus manitas y el pequeño nuevamente se agitó encantado, la risa de su esposo sonó en eco en sus oídos, su mirada cambió rápidamente hasta él y beso también su frente, la calidez de ese beso fue suficiente para que Gulf suplicara por lo que tanto deseaba.

- Dímelo... - susurró con sus ojos acuosos.

- Te amo...- le respondió la otra persona juntando sus frentes, dejó escapar una sonrisa y tomó a su esposo de la mejilla.

- Te amo tanto - susurró con amor.

Ambos se fundieron en un abrazo tratando de no aplastar al pequeño que se reía en brazos de Gulf, su vista se amplió unos momentos cuando distinguió otra figura delante de ellos, no supo muy bien de quién se trataba, pero era una mujer, una mujer muy hermosa, sus cabellos eran igual de negros que los suyos y su mirada era muy parecida a la suya, tenía un vestido blanco y el pelo suelto, solo apretando suavemente un collar que no alcanzó a distinguir.

- Despierta...-

- ¿Qué? - preguntó sin comprender.

- Despierta....- su voz se fue distorsionando al igual que todo a su alrededor.

Abrió los ojos asustado, ¿Quién era esa mujer? No sintió amenaza alguna pero su presencia lo abrumo demasiado, sentía su corazón latir con fuerza e inconscientemente apretó el collar de su madre en sus manos, llevó otra a su estómago y reguló su respiración.

Solo entonces se dió cuenta de que estaba oscuro, al parecer ya era muy tarde, pues no veía luz alguna a excepción de la luna que filtraba su brillo por la ventana de su habitación, ¿Cuánto tiempo había dormido? Miró a su alrededor buscando algún indicio que le diera respuestas pero no encontró nada fuera de lugar, solo una charola con comida a medió terminar y una pila de papeles en la misma mesa, hizo el intento de levantarse pero notó un bulto nuevo en la cama, fue entonces cuando miró a su esposo dormido a su lado. Mew estaba dentro de los cobertores durmiendo tranquilamente, sus ojos tenían prominentes ojeras y su piel estaba un poco pálida, comenzó a preocuparse cuando notó que ni siquiera se había quitado la ropa para dormir, tenía una camisa blanca y sus pantalones de vestir, su cabello castaño estaba esparcido sobre la almohada y Gulf no pudo evitar acariciarlo, pobre Mew, seguramente estaba muy preocupado, no tenía idea de que le había pasado, solo recuerda haber impedido que Mew matará a Will y desvanecerse contra Becky, la cual lloraba desconsolada al ver su estado, su cuerpo ya no se sentía muy pesado y el dolor en su pecho había disminuido, sólo quedaba algo de dolor de cuerpo, pero nada comparado con la mañana, se recostó nuevamente está vez más cerca de Mew buscando su contacto, sabía que sus sueños podrían ser imposibles, pero no sé rendiría hasta escuchar de los labios de su esposo aquella confesión de amor tan hermosa, todo estaría bien mientras su esposo lo siguiera queriendo como hasta ahora.

MI AMANECER Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz