CAPÍTULO 1. TUS BELLOS OJOS.

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En sus cuatro generaciones, la familia Jongcheveevat siempre se ha visto bendecida por dios con un primogénito de cada heredero, el primer hijo de cada generación siempre era varón, llenado de orgullo a cada una de sus generaciones, y todos lo herederos eran dotados de gracia, fuerza y sabiduría, características excelentes para todo líder, y para Alonso Jongcheveevat no fue diferente.

Su llegada llenó de alegría a toda la familia, pero más a él orgulloso padre que presumía de ser uno de los mejores herederos Jongcheveevat, Edward era considerado el más cruel de todos los marqueses de la familia, era fuerte, inteligente, imparcial, pero justo, su carácter se forjó así debido a la muerte temprana de su madre, pero eso de no detenía de ser buen padre.

Cuatro años más tarde a la familia llegó otra alegría, el segundo hijo de los Jongcheveevat, Suppasit, quién fue nombrado así por su madre, quien pidió y alegó a su marido que si ya tenía a su heredero, ella quería que Mew creciera como un niño normal, sin todas esas responsabilidades, y que su única preocupación fuera ser feliz.

Fue así que los hermanos crecieron con educaciones diferentes, mientras uno se educaba por obligación y para ser mejor que su hermano en todo, el menor lo hacía por gusto, porque le interesaba y sin ninguna presión de por medio, creando así una pequeña rivalidad entre ambos hermanos, pero no siendo percibida por el menor, quién admiraba a su querido hermano mayor.

Extensas clases, instructores de esgrima, aprender idiomas y dirigir el palacio para ser un buen heredero del título de Lord Jongcheveevat. En cambio el hermano menor solamente es instruido en el arte de la batalla y distintos idiomas, su única labor es sacar adelante la hacienda que perteneció a sus abuelos maternos, quienes habían sido una familia poco reconocida y con un título muy por debajo de las familias aristócratas conocidas, a comparación de la familia de su padre, que eran íntimos amigos del rey, así que él se encarga de las negociaciones que su hermano no puede tratar y vive una vida pacífica.

Mew jamás tuvo que preocuparse de nada, al llegar a los veinte años su abuelo materno creyó que era momento adecuado para que manejara la hacienda familiar, por lo que con la ayuda de su querido abuelo, logró convertirse en un gran hombre de bien, y un hombre justo.

Su hermano contrajo nupcias ese mismo año, con una mujer de familia influyente, y fue así que Mew se vió aún más despreocupado de su vida.

Sin embargo hoy a sus treinta años jamás se le ha visto envuelto en ninguna relación amorosa con nadie, pero no sentía prisa, pues su hermano era el encargado de dar el heredero.

Pero después de diez años de matrimonio solamente había dado a luz a niñas, su esposa y madre le habían propuesto conseguir una querida para buscar el heredero, pero ni con tres ha logrado conseguir su tan ansiado hijo varón. Incluso su esposa había aceptado que consiguiera a esas mujeres buscando así al ansiado heredero, pues ella ya no podía volver a concebir.

Así que sin más remedio la cabeza de familia posa sus ojos en su hijo menor.

- Padre - saludó al entrar a su despacho.

- Mew - respondió sin emoción, para él era normal que su padre no demostrará sus emociones, su viejo padre tenía la idea de que un hombre de verdad, era frío, y pocas veces mostraba felicidad, pues eso los hace débiles.

- Mi madre dice que usted quiere hablar conmigo - hablo tomando asiento frente al escritorio de su padre.

- Es momento hijo mío, de que ayudes por primera vez a tu familia, es tu deber como hijo después de todo - dijo caminando hacia su hijo.

- Cumpliré con todo siempre y cuando esté en mis manos realizarlo - contestó.

Mew entendía un poco la situación, pues pese a mantenerse aislado del mundo en la hacienda de sus abuelos, las noticias corrían muy pronto, y la preocupación de la gente no se hacía esperar, así que para Mew era cuestión de tiempo para que su padre hablara con él, pero le sorprendió mucho que quisiera hablar directamente y no mandará a su madre, pues por la diferencia de educación, Mew era considerado para su padre, un blando y un hombre demasiado sensible.

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