CAPÍTULO 27

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Algo más de una semana y media después ya estábamos mudados de casa. Y las obras empezarían el siguiente día. Aprovecharíamos para reformar un pequeño trastero que había en el jardín, ahí guardaremos todos los productos y demás aparatos para la piscina.

Es viernes en la tarde y Carol había salido nuevamente como cualquier adolescente promedio al acercarse el fin de semana. Esta vez salió con unas amigas para hacer una pijamada, por lo que estaría toda la noche y el siguiente día fuera. Yo hacía la cena, Sebastian había salido a comprar algunos ingredientes que habíamos olvidado en la tiendecita de al lado.

Mi cuerpo se movía al compás de la bachata. Escuché la puerta de casa.

— ¡Ya llegué mi amor!

La voz de Sebastian llenó la cocina.

— Ah que recuerdos, ven aquí.

Retire la sartén del fuego y Sebastian me atrapó de la cintura y empezamos a bailar, como cuando lo hacíamos en la universidad.

— Espero que estás clases no le estés dando con ninguna alumna...

Le susurré en el oído.

— ¿O si no que, señorita Miller?

— Me pondré celosa, profesor Stan.

— Nadie me hace moverme como tú. No podría bailar con ninguna otra, no como lo hago contigo.

Sebastian me conducía perfectamente.

— Me encantas...

Empezó a besar mi cuello, y por ende, mi cabeza se echó hacia atrás, dejándole más espacio a sus labios.

— ¿Te acuerdas de lo que me provocabas en la universidad cuando bailábamos esto?

Lo miré de nuevo a los ojos con una sonrisilla maligna.

— Provocas reacciones en mi, muñeca...

Su voz tan ronca me excitaba.

— Mi amor...

Lo besé frenéticamente. Me agarró de los muslos y me subió a la encimera de la isla de la cocina. Mis manos se cruzaban tras su nuca. Nuestras narices jugueteaban y me robaba pequeños besos.

— ¿Porque me siento así contigo?

Fruncí mi ceño y pregunté a que se refería.

— Porque me siento tan fuerte y tan débil al mismo tiempo, tan enérgico y tan relajado, es un sentimiento tan contradictorio.

Me reí.

— Creo que eso se le llama estar enamorado.

— ¿Y tú también te sientes así, Eli?

Le besé.

— Tan enamorada de ti que no puedo pensar en nada más que en estar contigo a cada rato.

Respondí con seguridad. Sus manos apartaron los cabellos de mi cara.

— He estado pensando una cosa, durante estos años, y aún no tengo explicación.

— Cuéntame, porfavor.

Supliqué mientras volvíamos a ponernos a cocinar.

— Bueno, realmente es un poco tonto, sabes que después de dejar a Raquel, la vida de follar así porque sí, estuve buscando el amor, conocía el amor de padre y lo fuerte que es. Luego conocí el amor de pareja contigo. Y luego cuando nos separamos, mi cabeza no era capaz de funcionar como antes, no sin sentirme triste.

Profesor Stan: A tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora