-Brenda cada caso es único, hay personas que logran vivir cincuenta años, otras que rechazan el órgano antes de cumplir el primer año. Tú ya llevas tres años sin complicaciones, no podemos generalizar. Tus últimos análisis salieron perfectos, no has tenido problemas con la medicación...

-¿Qué promedio de vida tengo? –Lo frenó preguntando lo que realmente le importaba.

-Creo que no es necesario que opaques tu vida con datos no certeros e imposibles de predecir.

-Doctor, tengo derecho a que me de esa información –Insistió con un sollozo.

-La comunidad científica dispone de un registro nacional e internacional y se cree que en promedio el órgano trasplantado sobrevive entre 10 y 15 años –informó con voz seria y profesional.

Brenda se cubrió la boca con una mano para que no escuchara el grito desgarrador que salió de sus entrañas.

-De todas formas está la posibilidad de pasar por una segunda cirugía en caso de que tu cuerpo lo necesite.

-¿Y empezar todo de nuevo? No, gracias. La rehabilitación, las biopsias, los cuidados extremos...

-Brenda, no nos adelantemos, vayamos paso a paso. Hoy tus estudios están excelentes, deja las preocupaciones de lado y disfruta la vida.

Disfruta la vida...

¿Cuántas personas más tenían que decirle lo mismo para tomar cartas en el asunto?

-Gracias doctor, disculpe las molestias a esta hora.

-No te preocupes, estoy de guardia. Sabes que puedes llamarme cuando necesites. Y, por favor, deja de leer las barbaridades que figuran en internet, para eso estudié más de diez años y soy tu médico, para responder tus preguntas y velar por tu bienestar.

En algún momento consiguió quedarse dormida, despertó al día siguiente cuando su madre entró a su habitación sumamente preocupada.

-Hija, ¿te encuentras bien? –Preguntó tocándole la frente con la palma de la mano- Son las diez de la mañana.

Brenda se envolvió en la colcha y giró el cuerpo para que no le viera la cara.

-Sí mamá, es sábado quiero dormir un rato más.

Estaba cansada y deprimida. No quería levantarse de la cama. ¿Para qué esforzarse? Al fin y al cabo, no era dueña de su vida.

Hoy estamos, mañana no...

-¿Quieres que llame al médico?

-No. Solo estoy cansada, estuve estudiando hasta la madrugada.

Al mediodía bajó a almorzar para evitar que se inquietaran y luego se escondió de nuevo bajo las mantas.

Diez años de vida...

Parecía mucho tiempo, pero en realidad era muy poco. Con suerte lograría graduarse de la universidad para tal vez nunca ejercer. No conocería a sus futuros sobrinos, ni siquiera tenía la posibilidad de soñar con una familia propia.

Tendría que haber muerto, para vivir a medias es preferible no existir.

Estaba tan enojada... Quería vivir, deseaba ser normal. ¡Vivir!

Sabía que no ganaba nada quedándose en la cama deprimiéndose con pensamientos poco productivos, pero era tan difícil salir.

¡Cambia el enfoque Brenda!

Todavía le quedaban diez años y desperdiciarlos en su alcoba no era la mejor opción. Era inaceptable bajar los brazos sin haber conocido el amor.

Aún tenía planes.

DIECIOCHO PUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora