CAPÍTULO DIECIOCHO

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El tiempo al lado de Evan transcurre demasiado deprisa, pero hago lo posible por disfrutarlo lo mejor que puedo

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El tiempo al lado de Evan transcurre demasiado deprisa, pero hago lo posible por disfrutarlo lo mejor que puedo.

Hoy Evan y yo hemos hablado de nuestros compañeros de cuarto y llegamos a la conclusión de que deberíamos hacer alguna actividad donde podamos participar los cinco, por lo que dedicamos la tarde a planear lo que haremos. Al finalizar el día nos decidimos por ir a nadar a las piedras el próximo domingo por lo que sin perder tiempo, en punto de las 21:30 horas nos lanzamos a mi habitación donde encontramos a mis compañeros. Evan va con el suyo y quedamos de vernos en su habitación.

Sarah y Emmanuel están ocupados con alguna tarea, aunque sin mucho remordimiento los interrumpo y me siento en la cama de Emmanuel, haciendo que se sobresalte.

—Chicos —comienzo con un tono de voz serio—. Tenemos una junta en la habitación número cuatro.

Ambos levantan la mirada hacia mí.

—¿Qué? —pregunta confundido Emmanuel.

—¡Arriba, no me han oído!

Ambos se levantas desconcertados y yo coloco una mano en la espalda de cada uno empujándolos fuera de la habitación.

Llamamos a la puerta.

—¡Pasen! —grita Evan.

Abro la puerta y me hago a un lado para que entren mis compañeros. Me ubico al lado de Evan y solo con ver el rostro de nuestra pequeña audiencia de tres personas no puedo evitar reírme, están muy desconcertados y confundidos mirándose unos a otros en busca de respuestas.

Cambio una mirada con Evan y él asiente.

—Evan y yo estuvimos hablando y nos pareció buena idea hacer algo todos juntos —comienzo a decir.

Espero a que alguien diga algo, sin embargo, todos pasean la mirada de mí a Evan y viceversa.

»Así que se nos ocurrió ir el domingo a las Piedras a pasar el día —continúo.

Pasan algunos segundos hasta que Emmanuel decide ser el primero en hablar:

—¡Cuenten conmigo! —se apunta.

Yo volteo y miro a Sarah, ella me regala una sonrisa y se encoge de hombros.

—Bien, ¿por qué no?

Solo queda Jacobo y todos dirigimos nuestras miradas en su dirección.

—¡Ah no, no, yo no iré! —dice al tiempo que se levanta de la cama con dirección a la puerta.

—¡Jacobo, espera! —lo llama Evan—. Dennos un momento.

Ambos salen de la habitación mientras nosotros nos quedamos en silencio. Siento que estamos invadiendo su privacidad, aunque no podemos evitar escuchar su conversación y es entonces cuando comprendo la reacción de Jacobo.

PROTOTIPO CR-6: CONTROLWhere stories live. Discover now