CAPÍTULO TRECE

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Mi grupo salió primero de la práctica, así que me recargo en la pared a lado de puerta mientras observo a los novatos

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Mi grupo salió primero de la práctica, así que me recargo en la pared a lado de puerta mientras observo a los novatos.

Estoy esperando a Lexa; durante la comida la he invitado a salir conmigo. Es muy guapa, hay que aceptarlo, también es inteligente, pero no la he invitado a salir por eso, si soy sincero, pretendo obtener información. Desde que vi el nombre de su hermano en esa lista, no puedo quitármelo de la cabeza. Jacobo me dijo que Lexa esperaba verlo en el funeral de Gerardo. Quizá todas las respuestas estén aquí, frente a mí.

No pretendo confesarle que mis intenciones son usarla, obviamente, aunque tampoco puedo darle indicios de algo más porque no es así, no busco nada, necesito estar enfocado en lo que es realmente importante y eso significa, obtener información.

Una vez se llegan las15:30, observo como comienzan los novatos a enfilarse hacia la salida. Lexa se rezaga y yo me enderezo cuando comienza a acercarse.

—Hola —me saluda con una sonrisa.

—Hola, ¿vamos? —invito, sosteniendo la puerta para que salga.

Durante la tarde he estado pensando cual sería el mejor lugar para llevarla, uno que no fuera tan privado para que no malinterprete mis intenciones, aunque sí lo suficiente para poder hablar sin que nos escuchen, así que termino por decidir, que llevarla a la pista de caucho sería el lugar adecuado.

Caminamos en silencio hasta que me decido por comenzar la conversación con algo casual.

—Y, ¿de dónde vienes, Lexa? —pregunto cuando ya casi hemos llegado a la pista.

Lexa levanta la mirada y me observa atentamente, me parece que no era la pregunta que esperaba.

—Del Fraccionamiento Uno.

—De los laboratorios —rectifico.

Eso es interesante, quiere decir que alguien de su familia trabaja ahí o al menos perteneció a ese régimen.

—Así es, de los laboratorios —confirma.

—Y, ¿qué te ha traído hasta acá?, no me digas que te dan miedo las agujas —me burlo. Eso sería muy irónico, temerles a las agujas y venir a las balas.

—No, no le temo a las agujas, es solo que yo no soy como mis mamás, yo no soporto los lugares cerrados y pensar en pasar toda mi vida en una clínica, no me apetece. Prefiero... la adrenalina —confiesa, regalándome una sonrisa traviesa, la cual le devuelvo. «Mamás» eso despierta mi curiosidad.

—¿Has dicho «mamás»? —Frunzo el ceño.

—Sí. Mi madre biológica era epidemióloga y estuvo estudiando el virus CR-6, sin embargo, se...

—¿Qué has dicho? —la interrumpo con el corazón en la garganta.

—¿CR-6? —repite, desconcertada.

PROTOTIPO CR-6: CONTROLWhere stories live. Discover now