Habitación del bebé - Wolvesilver

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Cuando Peter cumplió 7 meses de embarazo, él y su pareja, Logan, decidieron que era momento de salir de mansión Xavier para vivir en su propio hogar.

Tampoco se irían lejos, habían logrado comprar una cabaña bastante cerca para que sus amigos y familia los pudieran visitar con regularidad.

La mudanza fue rápida, realmente no contaban con muchas pertenecías así que básicamente solo pasaron su ropa y algunos muebles que tenían. Todo ocurrió en un solo viaje, y ante la insistencia de Erik, que impuso que él compraría el resto de muebles y accesorios que les faltaban ya que no iba a permitir que su hijo y futura nieta vivieran en un lugar sin todas las comodidades que merecen, la casa estuvo lista en tiempo récord.

Sin embargo, aún quedaba una habitación vacía. Tanto Peter como Logan pidieron que la dejaran en blanco pues sentían que arreglar la futura habitación de su hija era algo muy personal. Por eso decidieron que esa semana, después de la mudanza, se dedicarían al cien porciento a arreglar la habitación.

La primera noche en su nueva cosa fue extremadamente tranquila, sin todo el ruido que ocurría con los estudiantes que vivían ahí; por esa misma razón la pareja pudo despertar llenos de energía al día siguiente, listos para ir de compras.

Ya tenías todo diseñado mentalmente, solo quedaba comprar e instalar todo. La pintura fue su primer paso, y la parte más sencilla. Logan no quería que Peter mientras pintaba ya que sentía que la pintura le causaría daño al bebé, al final acepto la ayuda del más joven con la condición de usar una ridícula máscara anti toxinas.

— Me veo ridículo— dijo Peter con voz amortiguada.

— Pero tú querías ayudar y esa es el precio— respondió Logan intentando aguantar la risa.

Peter solo lo miro de mala manera pero se centró en su trabajo. Pasaron ese primer día divirtiéndose mucho, teniendo algunos accidentes y peleas con la pintura pero al final logrando dejar las paredes como querían; ninguno quiso arriesgarse a dibujar algo directamente en las paredes así que las dejaron con el color plano, pero no sería así por mucho tiempo porque Peter prometió llenar gran parte de las paredes con sus viejos pósters de bandas de rock, pues en sus palabras, él se aseguraría de enseñarle buena música a su hija.

Cuando la pintura ya había secado, unos días después pasaron a la segunda etapa de su meta, ir a comprar los muebles.

Por ahora querían lo básico, una cuna, un cambiador y un clóset. Comprar fue sencillo, lo difíciles fue regresar a su casa y empezar a armar todo. Sin embargo, terminaron llamando a sus amigos por apoyo ya que sus mentes de adulto no les permitía descifrar cómo ensamblar todo, les sobraban piezas o faltaban, no entendían que pasaba.

Afortunadamente con ayuda de sus amigos lograron terminar antes de la cena, y ellos aceptaron comida como su pago.

Por último quedaba adquirir todos accesorios, algunos juguetes y ropa. Esa fue la parte en que se llevaron más tiempo en la tienda, iban y venían de un lado a otro, comparando diseños y alternativas. Querían tener lo perfecto para ella, sería su tesoro y harían de su vida la más feliz que pudieran.

Llegaron casi en la noche y retrasaron su instalación para el día siguiente.

No tenían vergüenza de aceptar que tardaron más tiempo del necesario en poner todo, pues cada que terminaban de hacer una cosa empezaban con una sesión de besos y de apreciar su trabajo. Ninguno era particularmente personas melosas pero en esos momentos estaban tan llenos de ilusión que no encontraban otra forma de transmitirlo.

Cuando al fin lo tuvieron terminado absolutamente todo, ninguno de los dos quería salir, estaban orgullosos y muy impacientes a qué la niña que iba a habitarlo llegará con ellos.

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