Día diecinueve.

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Existen situaciones que pueden ser controladas con gran facilidad, como una simple tarea escolar o el llevar una conversación. Sin embargo, lo que muchos no logran entender es que cada mente es distinta. Mientras para alguna persona sea sencillo el hacer cien cosas a la vez, puede que alguien más esté luchando por no abandonar su hogar a mitad de la noche, caminar bajo la oscuridad y esquivar a los múltiples guardias y enfermeras de un lugar donde la hora de visitas ha acabado desde hacía tiempo. Y no lo logra, fácilmente corre hacia sus brazos.

Abre la puerta con delicadeza y encuentra a su figura tendida sobre el colchón. Sonríe, se acerca y toma su mano entre sus dedos mientras piensa en la inmadurez de la locura que acaba de cometer. Entonces, entre las sombras, logra divisar el cuadernillo celeste de la chica sobre la mesilla de noche. Vencido por la curiosidad, lo toma, meditando en si darle un vistazo sería lo correcto, mas abriéndolo al final aún sabiendo la respuesta negativa. Y es que ha vivido tanto tiempo reprimido que ya no desea más reglas, simplemente desea explotar e indagar en el horizonte. Desea conocerla a ella más de lo que le es permitido.

En la primera página, enmarcada por garabatos y coloridas figuras, reposa una fotografía de la muchacha y dos niños pequeños, además de cuatro personas mayores con grandes muecas de alegría. Piensa en su familia, y se pregunta por qué nunca ha sabido de ellos. Lo deja pasar, gira la hoja y rayones morados saltan a la vista ajena. Estando a punto de iniciar a leer, siente cómo la chica se remueve entre las sábanas. Se sobresalta y, al ver su cara adormilada y perdida entre sueños, se arrepiente. Deja el librillo donde lo ha tomado, suspira, se coloca de pie y, antes de salir del hospital sin ser descubierto, deposita un suave beso sobre su frente.

Al encontrarse sola nuevamente, Hilary abre los ojos. Gira sobre la cama hasta quedar de frente a la ventana.

"Gracias", dice al viento. "Gracias por esperar algo que nunca llegará, aún así eso ya lo sepas".

Y ahora es ella quien se compara, y lo hace con una mueca feliz. Está alegre en todo lo que cabe, sin embargo, las sonrisas no son eternas. Y todo empeoraría al día siguiente...

Mariposas de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora