Día diez.

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Hacia arriba en los extremos, formando así una fina y preciosa curva rosada. Él recorría su sonrisa con el mayor de los descaros, sintiéndose afortunado al poder presenciarla y, sobre todo, imaginándose la guerra que podría ser desatada con aquellos labios suyos. Sin embargo, el despampanante brillo que emanaban sus pupilas color tornasol no era a causa de una felicidad contenida, ni mucho menos por el hecho de que en aquel mismo instante estuviese conversando con Jason, el chico de uniforme y palabras amables. Era, más bien, producto de tristeza, lágrimas y conmoción. Él pudo notarlo, pero reservó las palabras para sí mismo.

Tomó el vaso de cartón y, tras divagar entre oraciones metafóricas y cortos versos olvidados, finalmente escribió.

Sonrisas que esconden cicatrices de dolor, miradas revelando que aún existe salvación.

Permíteme ser el héroe.

Él la comparó con el misterio más inquietante y, aunque no hubiese pistas suficientes, realmente deseaba resolverlo.


Mariposas de PapelWhere stories live. Discover now