-Oh gracias Abuela.

-Tiene unos enigmáticos ojos el pequeño. Parece un arco iris en su mirada.

-Al igual que el hombre de mis sueños.

-¿Ese tal Joseph?

-Sí abuela.

-¿Aun no superas ese sueño?

-No puedo solo no hacerlo, ese sueño fue bastante real, bastante sin duda alguna. Sobre todo el día del parto ese día estaba en el bosque puedes creerlo abuela era como si mi alma viajara de un lugar a otro mientras yo seguía en vida.

-Es difícil de creer.- respondió Charmine. -Cuando el doctor Frederick nos dijo que hubieron complicaciones nos imaginamos lo peor, no sabíamos que estabas dando a luz. De saber que estabas embarazada hubiéramos comprado algunas cosas para el pequeño inquilino.

De repente el niño dormido, despertó emitiendo pequeños sollozos. La señora Carwell lo arrulló pero el niño no se calmaba, Elizabeth lo tomo en brazos con la esperanza de que al estar en contacto con su madre el pequeño cesara su llanto pero, fue inútil. El pequeño cada vez se alteraba más, la abuela imaginó que estaba hambriento así que bajo a la sala por un biberón de leche caliente. Cuando alguien toco a su puerta. Ella extrañada de recibir visitas se acercó a esta para abrirla, con la intención de no permitir el paso pero al ver unos amenazantes ojos verdes sintió pánico. Alguien entró a la casa dirigiéndose hacia donde Elizabeth se encontraba con el niño.

-¡Toc toc!-exclamo ella burlonamente mientras se abría pasó por la puerta. El niño se volvió más inquieto ante su presencia. Elizabeth al ver de quién se trataba, abrazó más fuerte a su pequeño en un instinto protector. Había reconocido a Jenna desde el momento en que su alma había aparecido en el campo de batalla, ella era la misma señora que había herido a Joseph y temía que hiciera lo mismo con su pequeño hijo. Al ver el gesto Jenna sonrió: -Oh no, no, no Elizabeth, así no protegerás a ese bebé.

-¿Qué es lo que quieres?-murmuró entre dientes.

-Quiero tu poder.- respondió la bruja, "tu poder" las mismas palabras que le había dicho a su alma.

-¿qué no entendéis? No lo tengo.-respondió Elizabeth, el pequeño niño lloro y la chica intento calmarlo dándole leves palmaditas en su espalda.

-¡Oh vamos niñata! ¿a quién intentáis engañar? Porque conmigo no lo logras, sé muy bien que tenéis ese poder, y por si no sabéis es mío y quiero que me lo devuelvas.

-Y si no lo hago ¿qué?- reto Elizabeth.

-Ese niño las pagará.

-Con mi hijo no te metas.

-No lo haré si me das lo que es mío.

-¿Mi poder?- cuestiono Elizabeth incrédula. Jenna asintió: -Mi poder no es tuyo.

-Claro que lo es.-gritó Jenna, el pequeño niño lloró más fuerte. -devuélvemelo o ese niño sufrirá las consecuencias.

-No lo haré, y no permitiré que te metas con él.

-¿queréis ver como sí?-retó Jenna acercándose cada vez más. Cuando estaba a unos centímetros de tocar la pequeña mano, Elizabeth estiro la mano que tenía libre en tono protector para de ella salir un rayo que aparto a la bruja, aporreándola contra la pared. Jenna estaba enfurecida.

-¿cómo habéis hecho eso?- preguntó incrédula.

-No, No lo sé.-admitió Elizabeth observándose la mano. El pequeño niño sonrió, sus bonitos ojos reflejaban un color miel.

The Black House: Amor y Vampiros.Where stories live. Discover now