capitulo 14

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Habiendo sido humillada en la aldea de los licántropos, la gran bruja se dirigió a su casa, encontrándose con Jules uno de sus fieles "enamorados".

Jules era un joven brujo, hijo de Sara discípula de Jenna, era alto y fornido, tenía más poder que cualquier otro brujo y sabía utilizar la magia hábilmente pero tenía un problema, un enorme defecto: su punto débil. Si a Jules le dispararán una flecha de hierro en el pecho este moriría, y Jenna no podía arriesgarse a eso.

-Hola Jenna- exclamó amablemente el chico.

-hola.-respondió secamente la bruja.

-¿pasa algo?- pregunto él.

-no.

-¿qué sucede?-insistió el chico.

-sucede que esos malditos, asquerosos hombres lobos, me han humillado, han dicho que no quieren de mi magia protectora, ellos lucharán en contra nuestra.- respondió ella, destilando furia por sus ojos.

-¿Cómo qué "lucharán"?

-habrá una guerra, deberéis de decirles a todos los aldeanos y avísale a la corte mayor. Ellas saben a qué me refiero cuando mande a alguien a avisarles.

-está bien señora.-asintió el chico.

-pero antes...-respiro -quiero que vayas a casa negra y espíes.

-¿qué es lo que realmente quiere saber?

-todo, todo acerca de esa jovencita de Elizabeth.

-sí señora.

-cuídate, mantén protegida tu espalda, tú serás mi nuevo compañero.

-sí señora, ya mismo parto para Casa Negra.- contesto el chico aceptando el cargo como si fuese algo demasiado importante, y todo lo haría por ella.

* * *

-bueno Elizabeth, la fiebre ha descendido lo cual es una cosa muy buena.-dijo el médico, volteando a ver a Joseph quién sostenía la mano de la chica en la cama.

-le debemos un buen agradecimiento.-dijo Joseph.

-no es nada, me gusta que mis pacientes sean bien atendidos y vuestra recuperación es mi gratificación, nada más.-explicó el médico mirando a la chica. Ella solo sonrió y posó su mirada en Joseph.

-¿qué debo hacer si la fiebre regresa?- preguntó la chica asustada. El médico simplemente sonrió y volteó hacia Joseph.

-¿puedo tocar su frente?

-adelante.-exclamo Joseph.

El médico puso una de sus manos en la frente de Elizabeth y la otra arriba de sus pechos, justamente donde está su corazón. Cerró los ojos, y luego los abrió. El señor Renshester era médico brujo, trabajaba en el pueblo de Berlín como médico casero, y solo en casos especiales hacia su papel de mago, él desde antes de ir a Casa Negra sabía exactamente que todos sus habitantes eran inmortales, o más que eso como todo el pueblo los conocía: chupasangres despiadados, simplemente no imagino que aquellos fueran a tener como huésped a una inmortal. De imprevisto, cayó en la cuenta de que Elizabeth no era inmortal sino más que eso, era más poderosa de lo que se imaginaba. Busco su cuello y ahí estaba aquella marca en forma de luna, él la soltó de inmediato.

-¿qué ha pasado?- preguntó Joseph preocupado después de ver la reacción que el médico había tenido.

-Elizabeth... ¿vos estáis consciente de la marca que tienes en el cuello?- preguntó el médico, ella asintió.

-¿qué hay de malo en él?- preguntó ella.

-¿qué edad tenéis?- preguntó el médico, evitando su pregunta ya la respondería después.

-después de dos lunas más, cumpliré 20.-respondío ella.

-Elizabeth, esto es parte de la marca, ya has de saber supongo, de los poderes que cargas, entonces estas fiebres, soledades que quieres mantener el encerrarte sin comer es parte de ello, de tu transformación a poderosa. Solo puedo deciros una cosa, ustedes dos no podrán pertenecer juntos si ella adopta sus poderes.

-¿por qué?-exclamó Elizabeth tomando fuertemente la mano de Joseph.

-Elizabeth, tu seriáis una poderosa bruja y el solo un vampiro y después de la guerra que habrá, no creo que las brujas y los vampiros puedan tener paz, o simplemente que la Gran Bruja dejase que vosotros dos puedan continuar con lo que ahora tienen. Lo lamento por eso.

-¿hay alguna solución?- preguntó Joseph, sus ojos se habían tornado azules por la preocupación, pasando a un verde de alguna posible esperanza.

-sí.-asintió el señor Renshester- sólo que ella acepte rechazar sus poderes y ser transformada en vampiro o cederle la mitad a su hijo.

-¿hijo?-preguntó Joseph confundido

-oh se me ha pasado decidles, han de ser por los años.- dijo el señor riéndose.-Elizabeth está encinta, me extraña el hecho de que os haya pasado por alto dado a que su embarazo ocurre más rápido de lo normal y ella aún es mortal.

-hay un niño dentro mío.-susurró ella asustada

-no, no, no.-exclamo Joseph asustado y tomando su mano.-no debéis temer de nada, yo soy el responsable y me haré cargo de él.

-lo sé.-respondió ella. Y después volteo la cara hacia el señor Renshester.-¿qué tengo que hacer para cederle mis poderes al niño?

-es sencillo, ¿Quereos hacedlo ahora?-preguntó él, Elizabeth volteó a ver a Joseph quién asintiendo con la cabeza voltearon ambos hacia el médico.

-sí, queremos.-contestaron ambos al mismo tiempo, el señor Renshester solo sonrió.

-dame vuestra mano linda.-dijo a Elizabeth ella se la dio, el médico colocó su mano sobre su vientre y tomando la otra la colocó justo en su corazón.-cierra los ojos.

Ella lo hizo.

-ahora solo debéis de pensar en vos y él, solo vosotros dos, concentraros y ten cuidado, no le entregues toda, él apenas tiene unos 3 meses dentro tuyo, y no podrá soportar tanto poder, solo pásale una cuarta parte- insistió el médico.

-¿sólo una cuarta parte?-preguntó Joseph.

-haced silencio, la desconcentrarás.-susurró el médico. Revisó el reloj de bolsillo, y exclamó:-Elizabeth podéis ya abrir los ojos.

Ella lentamente los abrió, poniendo sus manos en ambos lados de la cama, estaba agotada y su pálido rostro lo demostraba.

-¿cómo os sentís?-preguntó el médico.

-agotada.-confesó ella.

-¿sólo habéis pasado una cuarta parte?-preguntó el médico, el señor Renshester

-sí.-contestó ella, tomándose la cabeza con una mano.- ¿qué pasa con la otra cuarta parte para formar la mitad?

-esa es para que os entregues a la persona que más quieras, no sé un amigo, familiar, a quién tú quieras que pase su vida junto a vos.-volteó a ver a Joseph.

-lo pensaré, gracias por todo señor Renshester.-exclamo ella.

-no es nada señorita Carwell.-respondió el amable médico.

-le acompañaré a la entrada.-ofreció Joseph, y besó la frente de ella-regreso en un rato.

-está bien.-respondió ella.

-¿qué debo hacer?-se preguntó así misma.-¿a quién deberé entregarle la otra cuarta parte de mi poder? Ayúdenme a resolver este problema.

Y se tiró sobre las almohadas de su cama, y tocando su vientre sonrió. Un niño, había dentro de ella un pequeño, un pequeño hibrido.

-te amaré por siempre pequeño mío, espero y tengáis los mismos ojos coloridos de tu padre.

The Black House: Amor y Vampiros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora