capitulo 18

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-Bien aquí estamos.- exclamo Scott, una vez que estuvieron en la entrada de lo que es la aldea de las brujas, las calles desiertas podían verse a distancia, las grandes rejas que cerraban el lugar era de acero muy pesado que solo podía abrirse con magia razón por la cual ningún mortal o algún otro ser inmortal podía entrar, más que las brujas y hechiceros, simplemente.

-sí- dijo Joseph con un suspiro observando las grandes rejas negras.-y ¿ahora qué hacemos?

-hay que entrar.- respondió Scott con seguridad.

-Scotty, antes estaba seguro de querer hacer esto, pero viendo este lugar sinceramente siento temor.-confesó Joseph.

-vamos Jos, no hay nada que temer, la mayoría de las brujas y los hechiceros se quedan en sus cabañas, ninguno va a salir a husmear. Además, recuerda lo que la arpía de Jenna le hizo a Elizabeth.- apoyó Scott.

-tenéis razón. Entremos.- contesto Joseph con los ojos más negros que nunca.

-¿estáis seguro?- preguntó Scott.

-muy seguro- exclamo Joseph.

-bien- respondió Scott y lanzando un suspiro cerró los ojos y juntando las manos conjuro una especia de hechizo en alemán.

-"oh mächtigen Tore dieser großen Stadt, bin ein demütiger Zauberer, der nach Hause zurückkehrt, lassen Sie es mich als Außenseiter ich mitbringen Schritt"*- logrando así que se abrieran las enormes rejas a la par que él extendía sus manos.

-¿qué es lo que acabáis de decir?- preguntó Joseph asombrado.

-un pequeño recital, sabéis que solo las brujas y hechiceros pueden abrir las puertas tenéis que decir que eres un hechicero y decir las palabras correctas para entrar.- contesto Scott.-¿entramos?

-adelante.- respondió Joseph.

*oh poderosas puertas de esta gran aldea, soy un humilde hechicero que regresa a casa, permítanme por favor el paso, y a un forastero que traigo conmigo.

Ambos comenzaron a caminar dentro de la aldea, era un camino pedregoso y bastante largo, por los lados sobresalían los enormes árboles del bosque (puesto que la aldea estaba interno al bosque) y a los lados del camino unas pequeñas plantas con espinos, estos a su vez se pegaban en la ropa, el lodo era notorio durante el trayecto.

Joseph incómodo observaba sus finos zapatos que su abuelo le había traído de Italia a fines del siglo XVII sucios a causa del lodo, miraba su camino con un gesto de desagrado si Casa Negra se encontraba en un lugar terregoso y oculto, y por ello prefería no salir de ella, ahora más que nunca se arrepentía de salir, pero no ya estaban dentro y no podían dar marcha atrás, continuaría con ello, tenía que reprender a Jenna por hacerle daño a Elizabeth, se juró a sí mismo protegerla de todo peligro, y le advirtió a Jenna lo que podría pasar si a Elizabeth le pasaba algo. Sin embargo lo hizo, hizo caso omiso a la advertencia poniendo a Elizabeth en peligro de muerte y no solo a ella sino también a su hijo, y eso ya era el colmo. No importaba el lodo, ni las espinas que se incrustaban en su fino pantalón, ni siquiera caminar entre piedras, ya no importaba cuan cansado estaba de tanto recorrer el muy largo camino. Volteo hacia Scott quién parecía inmune al lodo, caminaba como si nada entre los espinos y el lodo como si no le importase inclusive no se miraba cansado, mientras él moria por una pequeña gota de agua entre sus labios, era completamente falsa la idea de que los vampiros tomaban sangre para clamar su sed, eran solo mitos corrientes inventadas por la sociedad a lo largo del tiempo y todo para asustar a los pequeños infantes, Joseph si bien era vampiro detestaba la sangre, mientras los demás de caza negra salían noche tras noche en busca de sangre el prefería comer un poco de hígado frito para recuperar el color que la sangre le daría y comerse una manzana y después tomarse una buena copa de vino, si eso era mucho mejor que beber sangre de cualquier persona o animal. Andaba distraído pensando en lo que haría al volver a Casa Negra, tomar una ducha, comer, beberse su copa de vino, ver a su pequeña mortal que ya no sería más mortal sino inmortal y observar la luna desde la enorme ventana de su recámara y luego dormir plácidamente sin interrupción alguna, cuando un horrendo sapo verrugoso salto hacia su cabeza posándose en su cabello perfectamente peinado.

The Black House: Amor y Vampiros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora